Investigadores de la Universidad de Linköping, en Suecia, han identificado un mecanismo desconocido que puede ser un objetivo adecuado para el tratamiento de la adicción que solo una minoría de quienes beben alcohol desarrollan.
Los cientificos han investigado el mecanismo partiendo de una de las conductas que caracterizan a la adicción, a saber, seguir consumiendo alcohol aunque traiga consecuencias negativas , conducta que habitualmente se conoce como consumo compulsivo.
El cerebro tiene un sistema importante para el comportamiento dirigido y motivado, el cual valora las cosas que consideramos gratificantes, como la comida sabrosa, el sexo y también las drogas, y nos impulsa a buscar más. Pero también se necesita un freno, para evitar que hagamos cosas que tengan consecuencias adversas. El freno equilibra la información sobre las posibles consecuencias negativas con la recompensa esperada.
El primer paso en la búsqueda de mecanismos moleculares detrás del consumo compulsivo de alcohol fue identificar la minoría vulnerable de individuos en quienes estos mecanismos pueden estar en uso. Las ratas del estudio aprendieron que podían presionar una palanca para obtener una pequeña cantidad de alcohol. Después de un tiempo, las condiciones cambiaron, de modo que recibieron una descarga eléctrica junto con el alcohol después de presionar la palanca. En este caso, la mayoría de las ratas dejaron de presionar la palanca para obtener más alcohol. Pero el freno no funcionó en alrededor de un tercio de las ratas, y continuaron presionando la palanca para el alcohol autoadministrado a pesar de que ahora estaba asociado con la incomodidad.
Para identificar el grupo de células nerviosas involucradas en el consumo compulsivo de alcohol, los investigadores utilizaron un marcador que se forma en los nervios justo después de que han estado activos. Encontraron una red de células nerviosas en varios lugares del cerebro, donde el eje de la red parecía estar en la amígdala central. La amígdala es un centro del cerebro que controla las reacciones de miedo y participa en los mecanismos de aprendizaje que se combinan con el miedo.
Los investigadores identificaron un pequeño grupo de células nerviosas en la amígdala central, células nerviosas positivas para PKCδ, que promovieron el consumo de alcohol en la minoría vulnerable de ratas, a pesar de las consecuencias negativas. Alrededor del 4% de estas células constituían la red de células que estaba detrás de la falla del freno para este comportamiento específico. Cuando los investigadores utilizaron métodos moleculares avanzados para apagar estas células, se restauró la capacidad de las ratas para abstenerse de autoadministrarse alcohol. Fue la PKCδ, una enzima, la que demostró desempeñar un papel clave. El descubrimiento genera esperanzas de que esta enzima sea un posible objetivo para nuevos tratamientos farmacológicos en humanos.
El estudio ha sido publicado en la revista científica Science Advances .