Desde que la Presidencia del Gobierno la ostenta José Luis Rodríguez Zapatero, la política exterior española en concebida desde el multilateralismo. Participar en las organizaciones internacionales es, para el actual Gobierno de España, una de las principales actividades y casi diríamos necesidades. Sin embargo, la interpretación que el gobierno hace de qué es participar en la agenda internacional no es en absoluto la más adecuada.
El Gobierno de España se ha involucrado en proyectos de muy distinto tipo desde el año 2004. Para éste gobierno y para este Ministro de Asuntos Exteriores la cooperación internacional –y sus fondos- consiste en realizar obras de arte para las oficinas de Naciones Unidas en Ginebra, pero también y principalmente, en involucrarse en las agencias y programas internacionales.
Hace ya tres años que el Gobierno, a través de un convenio firmado con UNDESA y con la participación del Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza, abrió la Oficina de Naciones Unidas para el apoyo a la Década del Agua (2005-2015). Esta oficina indicaba el interés de las instituciones españolas implicadas en mostrar a España como un actor internacional de relevancia en las tareas sobre los Objetivos del Milenio en materia de agua. Actualmente, la Oficina sigue en pié –a pesar de que es fruto de controversia política municipal y de la incomprensión de la sociedad zaragozana- y, en lo que respecta a la agenda internacional del agua, todo indica que el Gobierno Español sigue indicando su predisposición a atraer diferentes agencias y programas internacionales. Lástima que esta política de alineamiento con el apoyo al acceso de agua potable y saneamiento en el mundo no se corresponda luego con el apoyo de la diplomacia española a la resolución de la Asamblea General sobre el reconocimiento del Derecho Humano al Agua.
Además de la presencia física en territorio español de las instituciones internacionales, el Gobierno de España tiene otro objetivo: situar a españoles en la dirección de programas y agencias internacionales. En 2008, Inés Alberdi fue nombrada Directora Ejecutiva de UNIFEM, el fondo de Naciones Unidas para la Mujer. Este nombramiento fue rodeado de cierta polémica al considerar, cierta parte de la sociedad civil internacional, que la india Gita Sen era una candidata mejor cualificada y que el apoyo del PNUD al nombramiento de Inés Alberdi venía precedido de la promesa por parte del Gobierno de España a aumentar su aportación a los presupuestos de UNIFEM. En cualquier caso, la actual Directora Ejecutiva ya tenía una experiencia contrastada y conocimiento sobre el trabajo de UNIFEM a través de su Cátedra en Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, en donde era especialista en temas de mujeres y familia.
Pero ahora, abierta la vacante de Dirección Ejecutiva de la agencia UN-Habitat por el cumplimiento del mandato de Anna Tibaijuka, el Gobierno de España ha visto una nueva oportunidad de introducir a un español en un puesto atractivo del escenario internacional. En el día de ayer se anunciaba que el ex-Alcalde de Barcelona y ex-Ministro de Industria, Comercio y Turismo, Joan Clos, era nombrado nuevo Director Ejecutivo de UN-Habitat.
Las diferencias entre ambos nombramientos son notorias. Mientras que UNIFEM es un fondo dependiente de un programa, UN-Habitat es toda una agencia, una institución reconocida en todo el mundo como un importantísimo actor en las labores de desarrollo. Su misión consiste en promover ciudades social y medioambientalmente sostenibles y asegurar el acceso a una vivienda digna para todo el mundo. Estas tareas no son pequeñas y requieren de muchísimos profesionales altamente capacitados y con una formación que les permita ser un referente a nivel internacional en cuestiones de desarrollo, tal como actualmente es reconocido UN-Habitat. Y para esto, el Gobierno de España ha decidido ejercer presiones y candidatear a Joan Clos.
Un vistazo breve al CV de Joan Clos nos enseña que de formación es médico. Ascendió dentro del Partit Socialista de Catalunya, PSC –perteneciente al PSOE- como miembro del Ayuntamiento de Barcelona hasta que, tras la dimisión de Pasqual Maragall como Alcalde de la ciudad, Joan Clos fue promocionado. Su principal proyecto para la ciudad fue el Fórum de las Culturas 2004, una mastodóntica remodelación de una parte de la ciudad que, en lugar de solucionar problemas sociales relacionados con la marginación, la vivienda digna y las drogas, lo que hizo fue expulsar estos problemas unos kilómetros más lejos de Barcelona. Logró inaugurar un boom especulativo inmobiliario en la ciudad y fue premiado por su partido –como otros alcaldes socialistas de Barcelona- y nombrado Ministro de Industria, Comercio y Turismo. Es necesario recalcar aquí que Barcelona es una ciudad vendida al turismo de baja calidad enfrentado a sus propios ciudadanos. La mejor tienda del mundo, reza el eslogan publicitario.
Este es Joan Clos, el que a partir de Octubre será el nuevo Director Ejecutivo de una agencia internacional cuya principal misión consiste en crear ciudades para sus habitantes, en ayudar solucionar problemas con la vivienda, asegurar el Derecho Humano a una vivienda digna, a acabar con la marginación, en definitiva de los más pobres. Si sigue la línea que comenzó en Barcelona, nos deberíamos echar a temblar. Además tendrá que salvar las comparaciones con la saliente Anna Tibaijuka, una experta en temas de asentamientos humanos y seguridad alimentaria de grandísimo prestigio a nivel internacional.
El Gobierno de España, muy acertadamente, ha apostado por el multilateralismo. Pero éste ha de ser entendido como una oportunidad para trabajar conjuntamente con otros actores, sean Estados, Organizaciones Internacionales o Sociedad Civil global, y no como un mero recurso de marketing político que, además, sirva de cementerio de elefantes. Hasta que desde el Gobierno no se tomen en serio las instituciones internacionales, se apoye una política exterior coherente y se promocionen directores y directoras no necesariamente del partido y no necesariamente españoles o españolas, el resto de países no se tomarán en serio la política exterior española. España puede aportar más y mejor a la Agenda Internacional, pero no debería hacerlo por este camino.