El título de esta entrada es una frase de uno de mis adjuntos. No uno cualquiera, no, es un adjuntazo. Diría que es una de las personas más auténticas que me he encontrado por ahí. Y como tengo debilidad por la gente sincera, pues me cae muy bien. Porque es docente, porque es muy inteligente (la verdad es que en mi servicio hay gente bastante brillante) y también, y aunque no sea políticamente correcto decirlo, porque le echa un par de huevos cuando hace falta.
El otro día, después de una cirugía de urgencias, mientras nos comíamos el bocata de los campeones (ese en el que estás sudado después de unas horas de trabajo psíquico, pero también físico, a las 4 de la tarde) cuando la cafetería está casi vacía y hablábamos unos cuántos de la calidad del sistema sanitario (a pesar de mi última entrada) que es fruto de la calidad del trabajo de sus empleados. Al fin y al cabo la mayoría estamos aquí por vocación, y si te dan tiempo para ver a los pacientes, y puedes dedicarte a ellos, puedes solucionar muchas más cosas, y lo haces con una sonrisa en la boca, lo que mejora la percepción del paciente sobre la atención que le das, y hace que no te quemes innecesariamente.
Un hospital está hecho de ilusiones, de proyectos, eso es lo que hay que incentivar. Por supuesto que hay que cumplir objetivos y hacer un trabajo, y hacerlo bien, pero eso nunca debería chocar con la calidad de lo que haces. Con más tiempo por paciente, con una motivación, en la que se premie el trabajo bien hecho, y se reconozca (a veces hace falta una palmadita en la espalda, aunque no sea literal) y con unas condiciones cómodas con facilidad de colaboración entre servicios se mejora la satisfacción del profesional, y sin duda, eso mejora la calidad de su asistencia.
Y es que al fin y al cabo, los sanitarios somos personas. Una persona feliz trabaja mejor. Y sí, a veces te preguntas como puede funcionar esto... A veces lo tienes todo en contra, y lo que marca la diferencia es el trabajo de los profesionales implicados. Todos los trabajadores que entran por la puerta del hospital son responsables en mayor o menor grado del resultado final de cada historia humana que pasa por aquí. Y no sé por ahí, pero en mi hospital hay mucha gente con ilusión. Mucha gente implicada en todos los sectores, y a la vez excelentes profesionales. Son todos y cada uno los que hacen posible, que a pesar de todo; el trabajo que ofrecemos sea de tal calidad, que personalmente no querría irme a otro sitio a que me tratasen.
Por supuesto que hay días en los que es más fácil tener ilusión, lo veo releyendo entradas. Pero para eso están los compañeros, en los que uno se puede apoyar. Y los jefes, que son los que acaban asumiendo los problemas que todos los anteriores no han podido solucionar. Claro que para eso hay que comunicarse. Si uno no trabaja en la urgencia es difícil saber que no funcionan las luces. Que por cierto, me he asomado por casualidad al box de trauma y me ha parecido ver arreglada la lámpara y a los resis escribiendo informes en el ordenador, así que supongo que ya funciona la impresora, lo que de confirmarse (ya os lo contaré) hará que la próxima guardia sea más llevadera. Y que la concentración en los pacientes sea mejor. Os parecerá una tontería, pero son esas pequeñas cosas que hacen que no te desgastes para nada y puedas concentrarte en lo que de verdad es tu trabajo.
La ilusión es la que hace que las cosas funcionen.