No sabemos qué tiene este pueblo de unos 4.000 habitantes que, por un lado o por otro, siempre nos llegan noticias de él. ¿Qué pasa? ¿Todo el mundo es de Fregenal de la Sierra? ¡No os podéis imaginar la cantidad de personas que conocemos que tienen vinculación familiar con esta población pacense! Así que, allí que nos fuimos cuatro parejas a disfrutar de sus parajes, sus chacinas y su calles, incitados por el "propio" de una de nosotras, cuya familia paterna es de allí, cómo no....
Pero además, otra sorpresa nos aguardaba al llegar al hotel rural que habíamos reservado, y motivo de este post. La Fontanilla nos deslumbró con su cuidado y rústico encanto.
Se trata de una casa rehabilitada, con zonas comunes y ocho habitaciones, de grandes dimensiones, con baños generosos y bien acondicionados. Cada dormitorio está decorado en una tonalidad, y siempre acorde con el cuarto de aseo: el salmon....
... con su baño de "patchwork" o almazuela (que ya es hora de usar el término en español, que para eso lo tenemos)...
El verde (la foto no hace justicia al color de la pared)...
...o el azul....
Y volvemos a las zonas comunes.... En el descansillo de la escalera (el hotel se distribuye en dos plantas), un precioso banco de madera en esquina hizo las delicias de estas dos que escriben.
Un saloncito coqueto y confortable permitía un rato de charla y juegos de mesa tras la cena....
Sin olvidarnos de la fascinante cocina, por su colorido y composición...
Un pequeño patio acristalado y florido daba luz y vida al entorno.
Y aquí las cuatro amigas disfrutando del precioso y soleado día, reposan en la escalera de acceso al castillo del pueblo, tras una divertida y copiosa comida...
Y con este coqueto y decorativo hotel, donde nos hemos sentido como en casa, nos despedimos hasta el miércoles. ¿Os ha gustado?