Revista Solidaridad
Recurrir a un vecino cada vez que quieren salir de casa. En esta situación se encuentran María José Esplá y su marido Juan Luis López. Un problema de huesos le obliga a él a desplazarse en un pequeño vehículo motorizado y desde hace unas semanas ella tiene que moverse en silla de ruedas tras sufrir una rotura de fémur. La pareja vive en una planta baja, ubicada en el barrio de San Blas.
Dos escalones separan la vivienda de la acera, un obstáculo que solventaron con una ingeniosa rampa metálica en forma de puente levadizo que se sube y baja desde el marco de la puerta mediante un motor. Sin embargo, el matrimonio lleva más de un año peleándose con el Ayuntamiento para que les permita colocar una rampa en la acera que hay frente a su vivienda. «El problema es que la acera es muy estrecha, por lo que la silla eléctrica de mi marido no puede girar desde la puerta de la vivienda», señala Esplá.Una situación que les obliga a utilizar una cuña de madera para poder salvar el escalón y bajar hasta la calzada. «Antes más o menos nos apañábamos, pero yo ahora también me encuentro impedida, por lo que cada vez que queremos salir de casa tenemos que recurrir a algún vecino o viandante para que coloque la rampa». Dejar la cuña permanentemente puesta no es una solución viable. «Ya lo hemos probado, pero nos la roban o pasan las motos por encima». Hay días, añade la mujer, «en los que hemos estado hasta media hora esperando que pasara alguien para ayudarnos».No es el primer obstáculo con el que se encuentra esta pareja. Antes de ocupar esta vivienda en San Blas tuvieron que abandonar el piso en el que vivían en el barrio de Benalúa debido a la enfermedad de Juan Luis. «Era un quinto sin ascensor. Mi marido se tiró un año y medio sin poder salir de casa y desarrolló una profunda depresión y claustrofobia».Desde el Ayuntamiento señalaron ayer que los técnicos municipales han visitado a la familia «en cuatro o cinco ocasiones y se han estudiado varias opciones, aunque la mayoría no han podido ser viables». En este sentido, el Consistorio ha rechazado que se pueda colocar una rampa «porque la calle es muy estrecha y podría provocar la caída de alguna moto». De hecho, hace unos años el matrimonio colocó una rampa de obra y el Consistorio les obligó a retirarla tras una denuncia. Tampoco se ha contemplado rebajar la acera, «ya que tiene muy pocas dimensiones y podría resultar peligroso para los viandantes». María José Esplá también solicitó que se pusiera un vado «pagándolo yo por supuesto», medida que tampoco ha visto viable el Consistorio.La única opción que los técnicos municipales dan a este matrimonio, que ha recurrido a un abogado, es que rebaje los escalones de acceso a la casa, una opción que Esplá rechaza «primero porque la casa es de alquiler y segundo porque la silla de mi marido seguiría sin poder girar en la acera».
http://www.diarioinformacion.com/alicante/2013/03/30/infierno-salir-casa/1358783.html
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