Revista África

Un inmenso escenario

Por Pabloyfernando

Un Inmenso escenario

Ya desde los albores del cine, los propios hermanos Lumiere, creadores del nuevo Arte, comprendieron las posibilidades que Marruecos encerraba como escenario de fondo para narrar historias exóticas desarrollados en parajes lejanos y desconocidos, y lo recorrieron a finales del siglo XIX en busca de paisajes y escenas que transportaran a los espectadores a mundos distintos. Desde entonces, muchos cineastas, desde aquellos cuyos nombres figuran con letras de oro en la historia de la cinematografía a otros totalmente desconocidos, se han inspirado en los ambientes marroquíes para contarnos sus historias.
Marruecos en el cine ha sido inicialmente objeto, para poco a poco, y sin perder ese papel, irse convirtiendo también en sujeto cinematográfico, con una personalidad propia. Pero no vamos a hablar aquí del cine marroquí, que poco a poco va trascendiendo de sus fronteras y comienza a merecer atención fuera de ellas. Tampoco es la intención hacer un listado de películas de más o menos renombre rodadas en el pais, sino más bién acercarnos someramente al papel de Marruecos como objeto cinematográfico, como escenario consagrado en la industria del cine actual.
En un primer momento, Marruecos se convierte en escenario de sí mismo, es decir, las historias que se narran suceden en su totalidad o en parte en el propio país, como la mítica 'Marruecos', de Joseph von Sternberg (1931), 'Tánger', de George Wagner (1946), o 'El hombre que sabía demasiado', de Alfred Hitchcock (1956), con algunas escenas rodadas en la Plaza Jemaa Fna, donde un sorprendido James Steward recoge en sus brazos a un moribundo vestido con chilaba, que le confía un secreto en su agonía. Paradójicamente, la película más universal de todas aquellas que desarrollan sus historias en Marruecos, la inmortal 'Casablanca', dirigida por Michael Curtiz (1942), no tiene ni un solo fotograma rodado en el país, aunque aún hoy en día numerosos turistas que visitan la ciudad tienen entre sus prioridades conocer el Rick's American Bar.


Pero pronto la industria cinematográfica captó la enorme variedad de paisajes y escenarios grandiosos susceptibles de ser transportados a otros lugares, y las posibilidades inmensas de localización de exteriores que ello implicaba.

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Así, las murallas de Essaouira (foto superior) se convirtieron en una fortaleza medieval veneciana en la ajetreada 'Otelo' de Orson Welles (1949-1952, periodo en el que tuvo varios cambios de productores, equipo técnico, e incluso de actores), que también incluye escenas rodadas en la sobrecogedora cisterna de El Jadida escenario magnífico donde los haya para la ambientación tenebrista de la que Welles impregnó el film.

Una década después las dunas de Merzouga y la región de Zagora se convirtieron en el desierto de Arabia en la producción de 1962 dirigida por David Lean 'Lawrence de Arabia'.

Las películas de contenido bíblico hallaron en los atormentados parajes del reborde sur del Alto Atlas y en los alrededores de Ouarzazate y sus aldeas el ambiente perfecto para recrear la Palestina de la época, y así se rodaron producciones como 'Sodoma y Gomorra' , que comenzó siendo dirigida por Robert Aldrich y lo terminó siendo por Sergio Leone (1963), 'Jesucristo de Nazareth' de Franco Zeffirelli (1973), o la polémica 'La última tentación de Cristo', de Martin Scorcese (1988).

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Conscientes de las posibilidades de negocio que la industria del cine podría acarrear, unos empresarios marroquíes consideraron que Ouarzazate era el lugar idóneo para crear unos estudios cinematográficos y así nació Atlas Corporation Studios, a mediados de la década de los ochenta (foto superior. decorado en los Estudios Atlas utilizado en el rodaje de la película 'Axterix y Obelix: Misión Cleopatra' de Alain Chabat , año 2002).

La creación de una infraestructura básica, unido a las facilidades administrativas que los organismos oficiales daban a las productoras y a otros factores ya existentes como la abundancia de días claros y luminosos y la existencia de mano de obra barata y abundante, terminó de confirmar a Marruecos, como uno de los países más importantes a la hora de aportar localizaciones. Esta importancia se ha acrecentado con la solvencia y reconocido prestigio que los técnicos marroquíes han ido adquiriendo todos estos años. Desde entonces, han sido miles los films que se han rodado en todo o en parte en el país, y más concretamente en las regiones situadas al sur del Alto Atlas. Se trata principalmente de producciones europeas, pero no faltan tampoco las superproducciones norteamericanas destinadas al mercado mundial.

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Los escenarios más recurrentes, al margen de las dunas de Merzouga y Zagora, son sin duda la Kasbah de Taourirt en Ouarzazate y el ksar de Ait Benhaddoú (foto de inicio, en pleno rodaje), protagonistas -sin salir en los créditos- de muchas películas, y que se han convertido en Palestina, aldea del Himalaya, pueblo árabe, e incluso hasta en la capital de un desconocido país a orillas del Nilo. Las ya mencionadas 'Lawrence de Arabia' y 'La última tentación de Cristo' y otras como 'El cielo protector' de Bernardo Bertolucci (1990) , 'Kundun' de Martin Scorcese (1997), la popular 'La Joya del Nilo' , de Lewis Teague (1985), y muchas más, poseen más o menos escenas rodadas en una o en otra localidad, o en ambas simultáneamente, interponiendo planos. Esta última producción sigue presente en Ait Benhaddoú, ya que la entrada monumental construída como decorado para su rodaje, y que Michael Douglas 'agrandó' pasando a través de ella con un avión de combate, ha quedado como otro 'atractivo turístico' del lugar (foto superior). Un ejemplo de cómo el cine, aunque sea a pinceladas, modifica el paisaje.


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En los últimos años, Marruecos ha seguido siendo escenario de sí mismo en películas de todo tipo, como las españolas 'La caja 507', de Enrique Urbizu (2002) , con parte de la trama desarrollada y rodada en Tánger, 'Kasbah', de Mariano Barroso (2000), o la estimable 'Retorno a Hansala' de Chus Gutiérrez (2008), valiente acercamiento al drama humano de las pateras, rodada en la aldea de Zaouía Ahansal (Hansala) en el medio Atlas, cerca de Beni Mellal (no confundir con Zaouía Ahnesal, en el Alto Atlas), en los mismos escenarios donde se desarrolla la historia. Pero el film que más repercusión ha tenido, ha sido la global 'Babel' de Alejandro González Iñárritu (2007), rodada, en cuanto a la parte marroquí de la historia se refiere, en las desoladas y atormentadas montañas del Jbel Saghro. Impresionante las últimas imágenes, con el helicóptero que transportaba a la herida Kate Blanchet sobrevolando las torres de Bab-n-Ali en pleno ocaso (foto superior). En estas dos últimas producciones mencionadas, Marruecos no sólo sirve de marco de la historia, sino que el mundo rural, su realidad social y sus gentes son los verdaderos protagonistas, hasta el punto de que en 'Retorno a Hansala', la población de la aldea se interpretó a sí misma.

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Pero también ha seguido suplantando a cualquier parte del mundo, desde los desiertos de Nuevo Méjico, hasta el Atlas argelino, pasando por las estepas iranias o las orillas del Níger. Ha sido la zona de conflicto de Oriente Medio en decenas de producciones, como en la reciente 'Red de Mentiras' , de Ridley Scott (2008), director que no es la primera vez que recurre a Marruecos para encontrar localizaciones en las que ambientar sus historias, ya que también rodó en el pais escenas de otras películas, como 'Gladiator' (2000) y 'El reino de los cielos' (2005). El Atlas medio, y concretamente la región de Azrou, ha servido de marco para situar a un convento cisterciense ubicado en las montañas argelinas en la interesante producción francesa 'De Dioses y de hombres' (2010) , de Xavier Beauvois, desarrollada en el contexto de la guerra civil argelina de finales del pasado siglo. El macizo muro de piedra que vemos en la foto superior y sobre cuyo orígen real se cuentan varias historias, la más extendida es que se trata de una cárcel de varios siglos de antigüedad edificada por los propios prisioneros, mayoritariamente portugueses, mientras que otros sostienen que se trataba de una antigua presa para contener el agua, que se encuentra en las proximidades de Rissani, ha sido protagonista de varios films, el más reciente, 'El Príncipe de Persia: Las arenas del tiempo', de Mike Newell (2010) , donde representaba la frontera de entrada al territorio proscrito.

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También en las inmediaciones de Rissani, una enorme duna adosada a una muralla rocosa, ha servido para enterrar un barco de guerra estadounidense que se perdió en el río Niger durante la guerra de secesión y que supuestamente escondía el tesoro confederado (foto superior). Historia delirante y que no se cree ni el guionista, y que sin embargo contó con un presupuesto hollywoodense, para que Breck Eisner dirigiera 'Sahara' (2005), donde los paisajes de la región son -en mi opinión- lo único que merecen atención de la película.

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La mayoría de las películas, se ruedan en escenarios naturales o en decorados en el interior de los estudios, pero también algunos de estos decorados construídos en espacios abiertos expresamente para alguna película concreta, permanecen después como parte integrante del paisaje, como ya hemos visto con la puerta de Ait Benhaddoú. Por eso no es raro encontrar al borde de cualquier camino construcciones o restos de ellas que chocan al viajero por su inconveniencia y total desentono con el contexto, hasta que se cae en la cuenta de que estamos ante un decorado de cine. Es el caso de la extraña gasolinera que nos encontramos en la carretera N12 entre Ouarzazate y Tazenakht (foto superior) , con una estética de road movie del medio oeste americano. Se construyó como decorado para el rodaje del film 'Las colinas tienen ojos' , dirigida por Alexandre Aja (2006), remake de la película del mismo título, mítica para los amantes del género terror-caníbal-ketchup (entre los que no me incluyo), dirigida en 1977 por el maestro del género, Wes Craven. La acción se sitúa en el desierto de Nuevo Méjico. El éxito volvió a ser tal que ya van dos secuelas, seguramente por eso la gasolinera sigue en pie con todo su equipamiento, y con guarda permanente que, por cierto, pretende cobrar por cada foto.
Y es que, con paisajes como estos, Marruecos seguirá siendo una de las principales fuentes de localización de exteriores cinematográficos, porque en el fondo es ... un país de cine, un inmenso escenario (foto inferior).
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