Recorro – corriendo – dos manzanas bajo la intensa lluvia sin abrigo ni paraguas. La calle está casi vacía pero hay una persona apoyada contra una pared y cuando paso por delante de él alza su paraguas para darme protección al menos ese metro que alcanza…
Me abren la puerta de la joyería al llamar al timbre y con la ropa mojada y el pelo goteando me encuentro con el calor del pequeño local y de una persona dentro que me mira, me ve y me sonríe…