A veces nos complicamos mucho. Si no se te da bien, intentar jugar con muchos colores en la decoración de casa, puede resultar en un batiburrillo poco atractivo. Casi siempre, ajustarse a un par de colores suele ser lo más sencillo y manejable. Gris, blanco y madera es una combinación armónica y atemporal, con la que además se consiguen ambientes muy relajados y luminosos.
Al formar una base neutra nos permite introducir algún color si en algún momento nos apetece, pero ¡cuidado! hablamos de un jarrón llamativo en un momento puntual o un accesorio, nada de inundarlo todo con el nuevo color. Jugar con todas las gamas de grises, cenefas y texturas nos ayudará a crear contrastes y dar calor sin necesidad de recurrir a ningún color brillante. Así que ya sabéis, si os decidís por esta paleta de colores, cuando vayáis de compras huid de los colores chillones, en la tienda son muy bonitos, pero en casa os costará encontrarles un sitio ;). ¡Feliz jueves!
Vía: Stadshem