Revista Belleza

Un jueves, un relato (XVI): Sucedió en la fábrica.

Por Gadirroja

Un jueves, un relato (XVI): Sucedió en la fábrica. Ese inicio sugerente nos propone en esta ocasión Myriam para que escribamos unas líneas.Solo esa indicación, el género de nuestro relato puede ser el que nosotros deseemos en base a tal inicio. Y yo, una vez más, he dejado volar mi imaginación y esto es lo que ha salido...


Sucedió en la fabrica.

La primera vez, sucedió en la fábrica. No daba crédito a lo que vi, pero por suerte supe disimular muy bien y mi paciente apenas se dio cuenta. Terminamos exitosamente la visita a esas instalaciones, dentro de nuestro programa de habituación a su agorafobia. Salí contenta, porque estaba superando muy bien todas las visitas que le proponía, pero muy revuelta de lo que había presenciado: Antón me sonreía desde unas escaleras metálicas, muy quieto mientras me miraba fijamente.

Pero déjame que te explique: Antón era mi marido y lleva muerto dos meses. Su pérdida, totalmente inesperada, había supuesto un mazazo emocional increíble para mí. Tanto fue que acababa de incorporarme de casi dos meses de baja para poder hacer mi duelo tranquila.

Y algo debía estar fallando en mi incorporación a la rutina, porque estaba teniendo alucinaciones. Yo, que tantas veces había ayudado a personas a seguir viviendo tras despedir a seres queridos, me planteé esa tarde que iba a tener que buscar ayuda en algún compañero de curro.

Sin embargo, la cosa no solo no quedó ahí…es que comenzó a hacerse cada vez más frecuente. La vez próxima estaba en la estación de metro y me miraba, de nuevo sonriente, desde un banco. La siguiente, en el ascensor, reflejado en el espejo, a mi espalda (sí, esa vez pegué tal salto que la vecina del quinto me miró espantada).

Y por fin, hace unos días, acaba de presentarse por casa. Unas veces está en la banqueta de la cocina, mientras corto las patatas para una tortilla. Otra, me ve vestirme para el trabajo desde una esquina de la cama. Incluso en el baño acaba de estar hace un rato mientras me pintaba las uñas de los pies.

Me he acostumbrado a hablarle (cuando estamos solos, claro). Él no dice nada, pero me reconforta que me escuche. Además, como siempre tiene esa expresión afable que le caracterizaba, a su compañía se suma el hecho de que me da seguridad:

-   ¿Crees que debería podar de nuevo esta maceta, cariño?

- ¿Me pongo el jersey rojo, o el negro con este par de pantalones?

- ¿Quieres creer que no me acuerdo de si eché sal al guiso?

Y su simple presencia, me ayuda a decidir. Y por eso mismo también he decidido otra cosa: no pienso ir a terapia. La sola idea de que sea efectiva y que Antón vuelva a desaparecer de mi vida, me produce auténticos escalofríos.

Dejo aquí la entrada del blog De amores y relaciones donde podrás ver otras participaciones.

Un jueves, un relato (XVI): Sucedió en la fábrica.

Espero que mi propuesta te haya gustado.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!


Volver a la Portada de Logo Paperblog