Revista Belleza

Un jueves, un relato (XXX): Noche de Ánimas

Por Gadirroja

Un jueves, un relato (XXX): Noche de Ánimas No podía ser de otra manera tan cerca como estamos del Día de los Difuntos.En esta ocasión, Mag nos anima a escribir bajo el epígrafe "Noche de ánimas". Espero que te guste mi aportación. 


Noche de ánimas.

Su abuela Maruxa le había contado mil veces sobre la Santa Compaña. Ella misma juraba haberla oído dos veces y, efectivamente, al día siguiente había amanecido muerto algún  vecino de la pequeña aldea (La xouviña y Mario el de la fábrica, respectivamente). Según la tradición, si la oías, era porque las ánimas no venían a por ti. Pero ella siempre había pensado que eso eran cuentos de viejas.

Además, su abuela era muy supersticiosa y Laura, criada ya en otra época e incluso en una comunidad autónoma tan diferente como era el sur, no creía para nada en esas monsergas.

Por eso, cuando esa noche al tumbarse, algo mareada por el vino barato que le sirvieron en la cena, comenzó a sentir un bisbiseo rítmico, como de varias personas murmurando, lo primero que pensó era que estaba alucinando.

“No puede ser” – se dijo, cambiándose de postura -. Pero nada, la letanía de voces se sentía cada vez más cerca. Ahora, además, parecía sentirse también cómo arrastraban los pies en cada paso, incluso alguna cadena sonaba de fondo.

Su corazón empezó a latir más rápido y la boca estaba seca. “No puede ser” – se repitió mientras se sentaba apoyada contra el respaldo de la cama de aquel motelito donde había acabado alojándose como parada en medio del camino. En el pasillo, a lo lejos, empezó a ver un resplandor, como una especie de llama fatua de color frío.

“No puede ser” – apenas pudo articular, porque le temblaba la mandíbula y las manos le sudaban como si las tuviera bajo un grifo. “Ora pro nobis peccatoribus” - …Ahora, los oía perfectamente. Es más, notaba en el aire un olor extraño…entre quemado y…¿podrido?

No podía ser, efectivamente, porque Laura los había oído, los había visto y los había olido y a pesar de todo, a la mañana siguiente amaneció fría como el mármol: su corazón se había parado hace horas.

Las leyendas, no siempre se cumplen.


Como siempre, te remito a esta entrada para que puedas leer las aportaciones de otras personas participantes.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!


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