Revista Cultura y Ocio
Los monstruos de la fe… Utilizo una cruda aseveración que aparece en la página 485 de esta descomunal novela para iniciar mi comentario: “La fe los ha convertido en monstruos, y también eso lo aceptan”. Y aunque la frase pueda llegar a estremecer o se deslice hacia ámbitos polémicos, lo cierto es que define magníficamente el último volumen de la neoyorkina Joyce Carol Oates, que ha publicado el sello Alfaguara gracias a la traducción de José Luis López Muñoz.En él nos encontramos a dos protagonistas esenciales, que sirven como columnas para el arranque de la obra: Luther Dunphy y Augustus Voorhees. El primero es un techador con escaso coeficiente de inteligencia que, movido por sus creencias religiosas, mantiene una actitud muy beligerante contra el aborto; el segundo es un ginecólogo que, en el Ohio de 1999, practica interrupciones voluntarias del embarazo porque cree en el derecho de las mujeres a elegir ese camino o, al menos, recurrir a esa opción cuando así lo exijan las circunstancias. Y estos dos personajes antagónicos quedarán vinculados trágicamente cuando Dunphy, tras rumiar bovinamente su decisión, dispare contra Voorhees y acabe con su vida. A partir de ese brutal episodio, la autora norteamericana dedica sus mejores esfuerzos no a desarrollar una línea argumental sólida, que lo hace, sino a profundizar en el corazón y el cerebro de todos los personajes familiares conexos: las esposas de los protagonistas, sus hijos.En ese viaje terrible por el mundo íntimo de sus emociones descubriremos el horror, la tristeza, el afán por entender u olvidar; y, sobre todo, observaremos cómo todos los implicados se aprestan a la tarea de seguir viviendo: Luther Amos Dunphy, mientras pasa los meses en el corredor de la muerte esperando la ejecución de la sentencia; Edna Mae, su esposa, hundiéndose en un mundo de fármacos y ayudas económicas por parte de diversas asociaciones cristianas, que aplauden la acción de su marido; Jenna, la viuda del doctor Voorhees, impartiendo charlas y publicando escritos acerca del derecho al aborto.Pero el gran peso de la segunda parte de la novela recae sobre dos figuras antitéticas, a las que el Destino terminará por unir: Naomi Voorhees, que sueña con ser documentalista cinematográfica y que recopila miles de documentos sobre su padre (algunos de los cuales le sirven para desmitificarlo y para descubrir pequeñas miserias suyas); y Dawn Dunphy, una chica poco agraciada físicamente y que canaliza toda su agresividad hacia el boxeo, donde irá obteniendo triunfos cada vez más notables.
Una novela intensa, extensa, que nos conduce hacia profundas reflexiones sobre el ser humano, sus grandezas y sus mezquindades y que está llamada a convertirse en uno de los libros emblemáticos en la trayectoria de Joyce Carol Oates.