Según la lógica aplastante de los grandes estudios de Hollywood el panorama actual cinematográfico no está para grandes riesgos. La consecuencia de esa forma de pensar se puede ver en las carteleras de cine, repletas de secuelas, precuelas y derivaciones de las franquicias de mayor éxito. Esa lógica mercantil parece confirmarse con el estreno de Un lugar tranquilo: Día 1 (2024) que ha sido un gran éxito de taquilla. Pero es que, además de nacer bajo el paraguas de las dos estupendas películas dirigidas por John Krasinski, estamos ante una estupenda cinta dramática en un escenario de ciencia ficción que, de hecho, resulta arriesgada en su planteamiento. El director y guionista Michael Sarnoski propone una relato intimista, una historia de personajes, cuando podríamos esperar una superproducción basada en la acción y los efectos especiales. Sarnoski prefiere contarnos la historia de Sam -una maravillosa Lupita Nyong'o-, una enferma de cáncer que se ve atrapada en Nueva York durante la invasión de los ya conocidos alienígenas asesinos pero ciegos. Sarnoski se toma su tiempo para que Sam nos interese, para que cuando esté en peligro nos importe su destino. Luego, en su camino, se cruzará otro personaje, Eric (Joseph Quinn), con sus propios miedos, con el que establecerá una relación que es el corazón de la película. Todo esto ocurre, claro, en un escenario apocalíptico, en el que cualquiero ruido puede significar la muerte. La película se beneficia de la estupenda idea original de la saga, eso de que los extraterrestres solo se guían por los sonidos, lo que impide hablar a los humanos, lo que obliga a darle prioridad a la narrativa visual, a contar con imágenes, a fijarse en los gestos de los actores, en un ejercicio estupendo de cine -casi- mudo. Precisamente por eso, el planteamiento visual de Un lugar tranquilo: Día 1 es fantástico, con un diseño de producción precioso y una fotografía alucinante de Pat Scola, que marca diferencias con el grueso de producciones de este tipo. El film plantea, además, ideas muy interesantes sobre el miedo a la muerte, pero también sobre el clima post-pandemia, que inculcó esa idea de que estar rodeado de gente puede ser letal -los humanos hacen ruido-; y sobre la incapacidad de algunos de reaccionar de forma racional ante una amenaza clara. Buen ejemplo es la escena en la que Sam camina a contracorriente entre una multitiud silenciosa que parece un cortejo fúnebre, un ejercicio estupendo de cine fantástico. Mi reflexión final acerca de Un lugar tranquilo: Día 1 es que es una secuela exitosa de una franquicia conocida, pero ¿Y si se hubiera apostado por una historia original? Quizás estaríamos ante la revelación del año.