Ahora sí: parece que la cuenta regresiva para la inauguración de la retrospectiva del gran artista Kazimir Malevich (Rusia, 1878-1935) en la Argentina comenzó. Aunque anunciada para agosto, sin embargo la fecha de apertura de la exposición tuvo que retrasarse por conflictos con la salida de las obras de Rusia. Pero ahora se supo que inaugurará el 11 de septiembre en la Fundación Proa.
Proa tira la casa por la ventana y tiene sus razones: por un lado, porque con la movida festeja dos décadas de existencia. Por otro, porque están trayendo a una figura fundamental del arte de los siglos XX y XXI: Malevich fue a la abstracción lo que Picasso a la figuración y Duchamp al arte conceptual. Amén de esto, mover, trasladar de manera internacional 60 pinturas antiguas (algunas tienen más de 100 años y son consideradas piezas fundamentales de la historia del arte) desde Rusia a la Argentina, no es -para nada- ni fácil ni de bajo costo.
Uno de los grandes anuncios es que viene Cuadrado negro, uno de los trabajos nucleares de Malevich y de la historia del arte. Los críticos, historiadores y artistas llaman a este famoso cuadro "la zona cero de la pintura", dado que Cuadrado negro está destinado a evocar la experiencia pura de la no-objetividad en el vacío blanco de una nada liberada", tal como escribió el mismo artista alrededor de 1915, reflexivo.
La exposición del fundamental ruso -"la primera que se hace en la Argentina de esta magnitud y hasta donde pudimos averiguar, también en la región"- la forman 60 obras peso-pesado pertenecientes a la colección del Museo Estatal de Rusia y ricos documentales históricos contextualizando la vida del artista.
También habrá -y será un punto alto- réplicas del fantástico vestuario diseñado por Malevich para la ópera La victoria sobre el sol, presentada por primera vez en 1913 y de la que ahora se proyectará una versión.
La muestra se acompañará con seminarios dictados por especialistas.
Cuadrado negro (en realidad, una de las cuatro versiones que el ruso creó sobre la misma pintura, la que viene es la versión de 1923) logró cambiar la historia del arte; hay un antes y un después de ella. Tal es así que cuando Malévich murió de cáncer en 1935, esta pintura encabezó el cortejo fúnebre.
Malévich sostenía no pretender un mensaje social sino tener la intención de reducir los elementos pictóricos al máximo (un plano, un cuadrado, un círculo, una cruz, simples figuras geométricas) y aun más: querer representar la nada (aunque suene paradójico).
Todo esto Malévich lo proclamó entre 1915 y 1922, este último años luego del nacimiento de la Unión Soviética y de que Lenin estableciera que todas las fuerzas y estilos artísticos de ese país debían unirse para definir los parámetros de la nueva realidad social. Cuando Stalin llegó al poder en la Unión Soviética, los artistas que no se acercaban al realismo eran arrestados y mandados a Siberia. Con esta situación, Malévich -quien se venía oponiendo al arte tradicionalista y apoyaba un arte de vanguardia- fue acusado, interrogado y apresado. Para salvarse de torturas mayores tuvo que volver a la pintura figurativa.
Ahora pasa lo inesperado: Malévich nos visitará en la Argentina. Se avecina un momento histórico: la posibilidad de ver de cerca una colección de reliquias artísticas.