Revista Opinión

Un Mal Despertar Y El Inevitable Resurgir

Publicado el 21 enero 2019 por Carlosgu82

¡Hola! He visto que algunos han empezado a seguir mi actividad en esta página; concretamente tres personas, muchas más de las que esperaba. Una incluso ha valorado con cinco estrellas mi anterior escrito.  A algunos os parecerá poco, a mi el indicio que necesitaba para seguir un poco más. Repitiendo lo acaecido en el anterior documento, me dispongo a presentar dos pequeñísimos relatos que tenía alojados en más de un lugar, a los que lo veáis: lejos de desear que os guste, espero que al menos no os desagrade ni consideréis que os ha hecho perder el tiempo.

No sé qué me despertó. Tal vez fuera el maldito calor típico de las noches de verano, tal vez lo hiciera el ladrido de dos perros que pugnaban por un trozo de carne de más que dudosa reputación en el callejón al que desembocaba la ventana de mi dormitorio; incluso podría haber sido el mosquito que llevaba dos noches consecutivas alimentándose de mi rodilla izquierda. Pero objetivamente, debía apostar por la presión que ejercía su rodilla sobre mi pecho. Abrí los ojos a tiempo de arrojar una ahogada exclamación, fruto a partes iguales del miedo, la sorpresa y la falta de aire en mis pulmones. No necesitaba fijarme en el enorme cuchillo que portaba, ni en la falta de sangre en su mano derecha por la más que obvia fuerza con la que sujetaba el arma; su cara, sus ojos, el ritmo acompasado de su respiración…todo me indicaba cual era su objetivo en una armoniosa expresión de odio y anhelo de sangre. El cuchillo descendió deprisa hacia mi pecho, demasiado rápido, dándome lugar a expresar una única palabra: -¿Cariño?

Finalmente, me aventuré en el mar. Me dirigí a la zona iluminada por el ténue brillo de la luna armado únicamente con una pequeña y fácilmente ocultable pistola cuya verdadera función, lejos de herir a nada ni a nadie, era la de infundirme valor; un valor inútil en esta gesta, y un polvoriento cuaderno lleno de viejos símbolos que la humanidad había tenido la suerte de olvidar. Un cuaderno que, al igual que el mundo, había visto eras mejores. La decadencia de este planeta había alcanzado unas cotas alarmantes. La corrupción, el banal egoismo y el odio desmedio adheridos al hombre empezaban a desgastar el que siempre había sido el hogar de seres cuya grandeza sólo es imaginable para algunos. Era la hora, Era el lugar. Pronto despertaría algo que ningún buen pastor catalogaría como divinidad pese a ser más divino que cualquiera de sus adoradas figuras. Temed impuros, pues este dios es poderoso e inmisericorde y su ira no puede aplacarse con una triste cruz.


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