Josep Miquel Arenas Beltrán, más conocido por el nombre artístico de Valtònyc, es un rapero español de 22 años que vive en Bélgica desde hace dos años, tras fugarse de Mallorca y evitar así su entrada en la cárcel por la letra de sus canciones. Valtónyc no piensa, por el momento, volver a vivir en España ni en Mallorca. Porque, pese a que “aquí no hay ni playa, ni paella, sí que hay derechos laborales y una justicia justa y gente muy respetuosa. Aquí soy libre y he seguido cantando, haciendo conciertos... No digo que Europa sea ejemplo de nada, pero es que España está tan atrasada que parece que aquí vivan 50 años adelantados”.
Sus raps se basan en una marcada ideología comunista, anticapitalista y republicana. El 23 de agosto de 2012 fue detenido, acusado de enaltecimiento del terrorismo, apología al odio ideológico, incitación a la violencia e injurias a la Corona. El 22 de febrero de 2017, el tribunal de la Audiencia Nacional, lo condenó a 3 años y medio de cárcel por enaltecimiento del terrorismo y humillación a sus víctimas, calumnias e injurias graves al rey, y amenazas no condicionales a particular. El 12 de mayo de 2018, apareció un video de Valtònyc en Twitter en el que animaba a “matar un guardia civil” y a “ponerle una bomba al fiscal” lo que provocó una querella realizada por el partido balear Actúa Baleares. El 4 de junio del mismo año se confirmó su paradero en Bélgica. Al día siguiente, el Tribunal de Estrasburgo rechazó la petición para retrasar su ingreso en prisión. Desde entonces, se puso a disposición de la justicia belga que lo dejó en libertad sin fianza con la única condición de no salir del país mientras se tramitase su caso. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) concluyó que España utilizó mal la euroorden automática contra el rapero Valtònyc. En la sentencia, el tribunal con sede en Luxemburgo considera que no se puede aplicar de manera retroactiva el código penal para reclamar una extradición por la vía rápida. Es decir, el TJUE determina que la ley de referencia tiene que ser la del momento en que se cometieron los hechos. El tribunal recuerda que, para decidir sobre la euroorden, los tribunales belgas todavía tienen que evaluar si los delitos por los cuales ha sido condenado en España son equivalentes a Bélgica. Después del dictamen de Luxemburgo, el Tribunal de Apelación de Gante será quien decida si acepta o no la extradición. En cualquier caso, la eventual sentencia todavía podría ser recurrida a una tercera instancia judicial. Y, mientras espera que el Tribunal Europeo de Estrasburgo resuelva su caso, escribe cosas como ésta: “El panadero del barrio no conoce mi historia ni yo la suya. Podría cruzar el mismo paso de peatones 50 veces el mismo día, y difícilmente, coincidiría con alguien por segunda vez. Las cajeras del supermercado van y vienen, por sus caras, los salarios de mierda parece que no mejoran y un gilipollas con corbata y sin mascarilla, que no es cliente habitual, mete prisa a la chavala que ha empezado hoy y no se conoce los códigos de los productos. Tiene prisa porque tiene el coche, que cambia cada 3 años, frente a un bloque de pisos donde viven 17 familias, de las cuales sólo 5 tienen relación entre ellas. Hace 2 días, encontraron el cadáver de la anciana del piso 3 del sexto bloque después de llevar 27 días muerta sin que nadie lo supiera. En el ascensor no se comenta el tema porque es posible que la noticia tampoco haya corrido demasiado o a nadie le importe. No se sabía quién era y tampoco parecía conmover a muchos el polvo que había en la puerta o los avisos por falta de pago que se amontonaban en el buzón. No hay ningún reloj en el edificio que llore cada hora de vida perdida. No hay viejas cotilleando fuera tomando el fresco, ni niños que pasean pelotas desgastadas e insisten a las madres para que liberen a otros insaciables niños. Nada conecta y todo parece un hecho aislado. Todo lo contrario del pueblo de dónde vengo e intento evitar las noticias. Seguramente idealizo como era, potenciando lo bueno y reduciendo lo malo, pero sólo un masoquista consigue vivir sin retocar sus recuerdos. Seguramente era mejor que esta ciudad de paso, donde nadie se queda para siempre, y que parece volatilizar la poca humanidad que al humano le queda. Es otro domingo y el panadero, que nunca habla demasiado, se percata de que un recuerdo distante me hace sonreír cuando me pregunta de dónde vengo y todo esto pasa por mi cabeza. Mañana quizá cambie de panadería y a él ni siquiera le importe”.