Estaba esta mañana buceando por la sección de baloncesto del Blog y entre tantos momentos, dioses y jugones, me ha venido a la mente una jugada espectacular que marcó mi juventud baloncestística, no por ser brillante técnicamente, sino por lo que representaba. Era la lucha de un joven rookie recién llegado de Barcelona por hacerse un hueco en la mejor liga del mundo. Cambiaba de país, de cultura baloncestística y tenía la presión de ser el único representante de España en la NBA, y el segundo de la Historia, sólo por detrás de Fernando Martín. Enfrente tenía a un icono asentado del baloncesto americano, era Kevin Garnett, dispuesto a contradecir a aquéllos periodistas que empezaban a compararles en calidad.
Recuerdo vivir los minutos previos a la jugada con mucha tensión. Nos encontrábamos mi hermano y yo frente al televisor y éramos conscientes de que en el campo se estaban desarrollando dos partidos simultáneos: por un lado, los Memphis Grizzlies contra los Minnesota Timberwolves, y por otro, Pau Gasol contra Kevin Garnett. En mi opinión, el español, sobrado de calidad y de técnica, era aún un diamante en bruto, estaba todavía falto del carácter necesario para codearse con los grandes de la NBA. Tal vez por ello parecía convalecer frente a la agresividad y las constantes provocaciones de Kevin Garnett durante el partido.
Sin embargo, Pau Gasol, como los grandes baloncestistas, decidió romper con las expectativas y cambiar el desarrollo de SU partido. Nos quitó la razón a quiénes le veíamos aún demasiado verde. Así, cuando parecía que ya había perdido la batalla frente a Garnett dio un zarpazo tan inesperado como emocionante. La estrategia de defensa del americano fue equivocada, no dar ni un centímetro de distancia a un jugador de la calidad de Pau era un claro error y una inconsciencia. Y así ocurrió, que con un explosivo cambio de ritmo -primer paso y bote- el español superó con suma facilidad a Garnett y se elevó medio metro para finalizar con un mate de ensueño, frente a tres jugadores rivales, un 2+1 que sabía a victoria, que ponía las cartas sobre la mesa, y que reflejaba que Pau, pese a su juventud, merecía el respeto de los más grandes jugadores de la NBA. Segundos después del mate el estadio ensordecía con los gritos de euforia del público de Memphis, mientras que Kevin Garnett quedaba cabizbajo, herido y humillado. La banda sonora en televisión estaba dirigida por los fantásticos comentarios de Andrés Montes y Antoni Daimiel, junto con una realización estupenda que nos dejó disfrutar a todos los aficionados de las repetidas ovaciones de los comentaristas americanos a la jugada del español, ¡Olé, olé, olé…! gritaban. Mientras, Pau disfrutaba el momento, fue un primer éxito de los muchos que le esperarían en las canchas americanas.
(Contribución especial de nuestro compañero Adrián Sánchez Andrés, ex-jugador de las categorías inferiores del Real Madrid de Baloncesto y Campeón de España en categoría cadete).
ADRIAN SÁNCHEZ ANDRÉS