Surgen nuevas pruebas de que la seguridad de la vacuna contra el virus del papiloma humano no es la que nos han contado los laboratorios fabricantes y las instituciones que la promocionan. Ahora un investigador médico revela datos concretos y documentos que prueban la existencia de redes de “expertos” que ocultan datos clave para “salvar” esta inmunización.
El doctor Sin Hang Lee.
El 14 de enero de 2016, el doctor patólogo Sin Hang Lee envió una carta abierta a la Directora General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan.
En ella acusa a miembros del Comité Asesor Global sobre Seguridad de las Vacunas (GACVS), el Centro para el Control de la Enfemedades (CDC) de Estados Unidos, el Ministerio japonés de Salud, Trabajo y Bienestar Social y a otros de la manipulación de datos y de la supresión de información científica con el fin de hacer creer que la vacuna es segura en contra de las pruebas que demuestran lo contrario.
¿Es la seguridad de la vacuna contra el VPH una ilusión mantenida con la supresión de información científica?, se pregunta la organización internacional por unas vacunas necesarias, efectivas y seguras, Sanevax. Los nuevos datos recopilados por el doctor Lee gracias a una ley de Libertad de Información de Nueva Zelanda así lo documentan.
El epicentro de la trama se sitúa en Japón, en los días en que en dicho país se decidía, como al final se hizo, dejar de recomendar esta inmunización tras analizarse los casos de graves reacciones adversas relacionadas con la vacuna del papiloma allí.
Correos electrónicos a los que ha accedido Lee revelan que el Dr. Robert Pless, presidente del GACVS, Nabae Koji del Ministerio de Salud de Japón, la doctora Melinda Wharton del CDC, Helen Petousis de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda y otros (incluyendo funcionarios de la OMS) pueden estar involucrados en un plan para desviar la atención de los expertos que hicieron la investigación japonesa “antes, durante y después de la audiencia pública del 26 de febrero de 2014 en Tokio” de lo importante, la falta de seguridad de la vacuna.
Margaret Chan, directora de la OMS.
La carta de Lee advierte a la directra de la OMS que los correos electrónicos conseguidos demuestran claramente que este grupo de funcionarios de la OMS y responsables de asesorar al comité de expertos del gobierno japonés sobre la seguridad de la vacunación contra el VPH, sabían con antelación a la citada reunión pruebas científicas de que la vacunación contra el VPH hace aumentar las citoquinas.
Éstas son un conjunto de proteínas que regulan interacciones de las células del sistema inmune. Su función inmunorreguladora es clave en la respuesta inmune. También el factor de necrosis tumoral (TNF), en particular en el lugar de la inyección en comparación con otras vacunas.
Pero se reservaron esta información en la audiencia pública. La ocultaron vaya. Estos datos científicos, que conocían todos los miembros del grupo, tampoco constan en la Declaración del GACVS sobre la seguridad de la inmunización contra el papiloma emitida el 12 de marzo de 2014.
Ese documento del GACVS es el que se utiliza hoy para asegurar a los funcionarios de salud, legisladores y profesionales médicos de todo el mundo de que no hay nada de qué preocuparse cuando se trata de la seguridad de las vacunas contra el VPH.
Para el doctor Lee y así termina su carta, es claro que existe por lo menos un mecanismo de acción conocido que explica porqué se producen reacciones adversas graves con más frecuencia en personas inyectadas con vacunas contra el virus del papiloma que con otras vacunas. También porqué ciertos individuos predispuestos pueden sufrir una muerte súbita inexplicada como resultado de esta inmunización.
Esa parece ser parte de la información que los “expertos” encargados de transmitirla obviaron. La argumentación del citado médico investigador creo que la compartimos casi todos:
Aquellos cuyos nombres aparecen en mi queja y cualquier otra persona que ciegamente descarte las preocupaciones de seguridad vigentes con el fin de continuar promoviendo la vacunación contra el VPH deben rendir cuentas de sus actos. No hay excusa para ignorar deliberadamente la evidencia científica. No hay excusa para engañar a los responsables mundiales de políticas de vacunación a expensas de los intereses de la salud pública. No hay excusa para una violación tan flagrante de la confianza pública”.