Revista Opinión
“ Entre los nombres sugeridos, están Mefotofiles (enemigo de la luz), Mefaustofiles (enemigo de Fausto), o Mefiz-Tofel (destructor-mentiroso).1. Extendido por el Romanticismo y universalizado por el Fausto, simboliza el proceso de pérdida de fe y concreción a lo práctico según un sistema moral relativista propio de las sociedades avanzadas como consecuencia de la Revolución científica y la industrial”. (Wikipedia). Primero, cogió a los desheredados de la fortuna catalanes y los exprimió como limones maduros hasta la última gota de su sangre. Cerró centros de salud, esos lugares a los que acudimos los viejos y los enfermos intentando retrasar vanamente el inminente final. Después, intentó acabar con los hospitales absolutamente públicos, que eran los mejores de España, si no los mejores del mundo, porque este pueblo noble, de origen fenicio, siempre estuvo a la cabeza del mundo en lo que a pensar se refiere. Y, luego, fue a por la cultura, a por la enseñanza, a cegar esa luz popular que todos los canallas, falsamente aristócratas, aborrecen. Pero advirtió que había quedado seriamente herido políticamente por estas canalladas y decidió lavar sus culpas con ese anhelo que existe en el fondo de esta buena gente de ser, al fin, algún día sólo y nada más lo que ellos quieren ser: catalanes. Y se apoderó apócrifamente de la noble bandera y se puso al frente de la manifestación, sin dar físicamente la cara, no fuera que se la rompieran. Y, como es el más cínico de todos los hombres, dijo que él, que no había participado realmente en nada, lo había ganado todo. Y esta vez, sí, se puso al frente de la manifestación, con 62 diputados, a solo unos pocos de la mayoría absoluta, convocó elecciones, creyendo firmemente que iba a arrasar porque le constaba que el 75 por ciento de los catalanes ansía la libertad. Pero Mefisto no sólo es la mentira sino también la oscuridad. Aborrece la luz, huye de ella como de sí mismo porque no es más que el propio demonio. No supo comprender que, fuera de esa caterva de canallescos usureros que le siguen y estimulan, no le quiere nadie, de manera que las urnas le dijeron todo lo contrario de lo que él esperaba, pobre rufián. De 62 pasó a 50 y ya no le es posible siquiera gobernar, ahora, necesita la ayuda de alguien, pero ¿quién va a ayudar a un tipo así, capaz de vender no ya a su padre y a su madre sino también a sus hijos y a su propia mujer, por conseguir una desmesurada cantidad de dominio, para qué? Para seguir amasando una mayor cantidad de dinero. Dicen en mi humildísima tierra murciana que la avaricia rompe el saco. Es decir que, si lo llenas más allá de sus límites, se rompe y todo lo que contiene se derrama. Mas se enfrenta ahora al peor de los cuentos de la lechera. No puede gobernar con ERC porque si ésta es realmente mucho más independentista que él, que yo tengo mis dudas de que él realmente lo sea y no la máscara que adopta para adquirir más poder, no tragará nunca con esas canalladas que sus huestes neoliberalescapitalistas le exigen; tampoco puede hacerlo con el PSC porque éste dice que no es soberanista sino tan sólo federalista; le queda, pues, el PP, que es tan nacionalista como ellos sólo que a la vez, madrileño, es decir que, para éstos, "nación" es la España una, grande y libre que soñara José Antonio, que esto es lo más triste de todo, que estamos viviendo en el país esencialmente fascista que se propuso este discípulo dilecto de Hitler y de Mussolini y que llevó a cabo el Caudillo, por eso mantenemos, a cuerpo de Rey, esa escuela de irredento fascismo que es la FAES. Y volverá con el PP porque son esencialmente iguales, si no idénticos, apartarán de un manotazo eso que parece que tanto les separa pero que, en realidad, les une, el nacionalismo, madrileño de unos y catalán de los otros, que sólo se distinguen en el color de sus banderas pero que, en el fondo es el mismo capitalismo puro y duro, privatización de todas las estructuras públicas que ostenten una definitiva vocación social, destrucción a ultranza de eso que se llamaba Estado del bienestar y que tanta sangre, sudor y lágrimas costó conseguir, o sea, acabando de perpetrar esa universal canallada que teorizaron Popper, Hayek y Friedman, emprendieron Reagan y Thatcher, y están consiguiendo Obama y Merkel. Y cuando el mundo entero no sea sino el más pavoroso de los páramos, cuando los cuervos reinen, este siniestro mefistófeles de la mandíbula cuadrada sonreirá, satisfecho, junto a su baboso compinche.