Y eso es bueno y malo a un tiempo. Nos trae efectos que juzgo como beneficiosos y otros que no lo son tanto.
La moda de la inteligencia artificial
Comenzando por la inteligencia artificial como disciplina científica y tecnológica, capaz de aportar soluciones prácticas el que esté de moda es en primer lugar positivo, simplemente, como síntoma de que se encuentra en imparable progreso, en la constante consecución de nuevos objetivos y nuevas metas, en un innegable progreso que puede traer, y trae de hecho, avance, innovación y bienestar.
Y es bueno que esté de moda porque atrae la atención de empresas, administraciones y particulares, y eso favorece su adopción con todos los beneficios que conlleva. Y porque eventualmente atrae también la inversión, favoreciendo, en forma de círculo virtuoso, su avance.
No es tan bueno, sin embargo, que de la misma forma que atrae la atención de actores con intereses legítimos, también abre las puertas a su uso (una apertura sin duda aprovechada) por parte de actores no tan bien intencionados, aunque eso es algo que ocurre con cualquier tecnología y avance, y lo único que es, quizá, específico del caso de la inteligencia artificial, como también lo es para usos legítimos, es su sofisticación y potencia.
Y no es tan bueno, tampoco, porque favorece el ruido mediático, las publicaciones faltas de rigor que generan confusión, mucha confusión, y en no pocas ocasiones, miedos injustificados, o al menos no del todo justificados por lo exagerados y poco fundamentados.
La moda de la ética de la inteligencia artificial
Y también está de moda la ética de la inteligencia artificial.
Y eso es bueno en muchos aspectos. Es bueno, en primer lugar y de la forma más básica, por lo esperanzador que resulta el que se preste atención a una reflexión y una acción éticas, una reflexión y sobre todo una acción de las que creo que estamos tan necesitados, y no me refiero específicamente, ni siquiera principalmente, al campo de la inteligencia artificial.
Es bueno porque impulsa soluciones tecnológicas para conseguir un comportamiento más ético de los algoritmos, porque impulsa la regulación y porque impulsa, en algunos casos, los planteamientos éticos de empresas y administraciones.
Pero no es tan bueno porque, de la misma forma que sucede con los aspectos técnicos o de aplicación, sucede también en el caso de la ética la superficialidad, el 'hype', el hablar de ello por hablar, simplemente porque está de moda, pero con poco criterio y en no pocos casos, reforzando la visión negativa, temerosa, y en mi opinión contraproducente, de la inteligencia artificial.
En su libro 'The ethics of artificial intelligence', Luciano Floridi, nos advierte, un poco en ese sentido, de una suerte de inflación de principios éticos, de la proliferación de declaraciones y más declaraciones de principios éticos para la inteligencia artificial, unas declaraciones que en la mayoría de los casos no aportan nada nuevo y que se hacen simplemente, por subirse a un carro de la moda. No se trata de un riesgo grave, en mi opinión, sino de una especie de molestia que, eso sí, distrae un poco sin aportar nada nuevo.
Y existe también el riesgo del llamado 'bluewashing' que mencionaba al final de artículo 'El escepticismo acerca de la ética de la inteligencia artificial', es decir, de una actividad superficial de empresas y administraciones, sobre todo las primeras, en que, por subirse al carro de la moda y, sobre todo, por favorecer su imagen de empresa responsable, acometen acciones 'éticas' superficiales, como declaraciones de principios o alguna iniciativa social tangencial, pero sin alterar el núcleo de su comportamiento y de su producción o uso de soluciones de inteligencia artificial, que pudiera no ser tan ético, o al menos no prestar especial atención a lo ético.
Mercados de principios éticos
Un poco enlazando con la idea del 'bluewashing', el propio Floridi, en la obra citada, nos habla, como riesgo o incluso problema, de los que denomina mercados de principios y valores. Nos dice:
the main unethical risk is that all this hyperactivity creates a 'market of principles and values' where private and public actors may shop for the kind of ethics that best retrofits to justify their current behaviours rather than revise their behaviours to make them consistent with a socially accepted ethical framework.
Y justo a continuación nos lo define más formalmente, aplicándole ahora la denominación de 'compra de ética digital':
Digital ethics shopping [is] the malpractice of choosing, adapting or revising ('mixing and matching') ethical principles, guidelines, codes, frameworks, or other similar standards (especially, but not only, in the ethics of AI) from a variety of available offers in order to retrofit some pre-existent behaviours (choices, processes, strategies, etc), and hence justify them a posteriori, instead of impldmenting or improving new behaviours by benchmarking them against public ethicalstandards.
Es decir estaríamos ante una manipulación de los principios éticos en que las organizaciones 'compran' unos valores y unos principios éticos que 'les convienen', a su medida, unos valores y principios, diría que unos falsos valores y falsos principios, que les permiten seguir operando como ya lo hacían, que les permiten cubrirse de un barniz ético, sin revisar realmente sus comportamientos, y sin aspirar a una 'ética verdadera'.
Y eso es un riesgo más serio y probablemente, por desgracia, muy real.
Conclusiones
El que la inteligencia artificial en general y la ética de la inteligencia artificial en particular, estén de moda, tiene unos efectos sin duda positivos, de conocimiento, promoción e impulso, pero también traen aparejados riesgos de superficialidad, de concepciones erróneas y, en el caso específico de la ética, de usos poco éticos camuflados bajo un manto de aparente moralidad y buenas intenciones.