
Según consta en la denuncia presentada por la mujer, en el transcurso del diálogo su marido le dio la espalda y lanzó una ventosidad que interpretó iba dirigida a ella. Ni corta ni perezosa se presentó en el juzgado de Violencia sobre la Mujer de la capital del Turia para denunciar los hechos como constitutivos de un supuesto delito contra su dignidad. La demanda fue admitida a trámite y dio lugar a un juicio contra el marido por una supuesta falta de injurias.
En su resolución, el titular del juzgado de Violencia sobre la Mujer consideró que los hechos enjuiciados constituyen una actitud de menosprecio que lesionó la dignidad de la denunciante, además de menoscabar su autoestima y honor. El autor de la flatulencia ha sido condenado a un mes de multa.
Poca glosa merece la noticia, más allá del esperpento que supone condenar a un casto varón por soltarse un pedo en su propio domicilio: O los efluvios eran verdaderamente insoportables, o al intensidad en decibelios capaz de producir un trauma sonoro; o de lo contrario, la situación de los varones en esta civilización pseudoprogresista empieza a ser algo más que precaria.
El varón solo tiene el derecho de seguir pagando tras la separación, la hipoteca del piso en el que viven su ex esposa y sus hijos gratuitamente, sostener a la prole con la correspondiente pensión alimenticia y, las más de las veces, una compensatoria o de otro tipo, a quien fue su pareja. Piensen ustedes que todo eso puede producirse simplemente por ventosear en un momento poco propicio, y acabamos de reinventar el la vida el teatro del absurdo.
