Revista Cine
Admitiré ante todo que no he visto demasiado del cine de Cronemberg, salvo por aquellos títulos que forman parte de mi melancolía cinéfila como La Mosca o La Zona Muerta, quizá como muy nuevo la sorprendentemente extraña Crash. Asique para cuando se anticipaba A dangerous method el interés por verla devenía básicamente en el tratamiento del tema, o al menos lo que pensé que trataría, y el detalle nada desdeñable de ver a la Keira Knightley junto a Michael Fassbender y Viggo Mortensen. Pues aquí acabamos, finalmente, con un film un tanto soso entre manos y una historia que finalmente siento me la han vendido por liebre siendo netamente un gato.
En una época donde Joligud adelanta tantas cosas en vías de la promoción, es bueno saber que dentro de lo acostumbrado esta película no tuvo tan tremendo prólogo de bombos y platillos pero sí al menos, creo, prometía algo más arriesgado de lo que finalmente ofreció. Puede que muchos me achaquen que no la entendí, no lo niego que así haya sido quizá. Lo que creo es que la historia se planta demasiado desmembrada, no termina contando profundamente nada contundente, los personajes al fin de cuentas quedan bastante desdibujados. No hay verdadera solidez ni en los diálogos que puedan mostrar cómo era la relación de Jung con Freud ni en la de aquel con la Spielrein. Del método finalmente nos queda poco, del nacimiento del psicoanálisis una pequeña pisca y del amorío entre Sabrina y Carl un mero melodrama que no llama la atención.
Tal vez el secreto sea tomarla como una simple película de época, una de las tantas en que se ha movido la Keira, y nada más. Quizá no debería ponerme exigente en encontrarle una línea argumental fija; pero el hecho es que ni siquiera despierta el interés por conocer algo más de la historia real que yace detrás de este guión. No sé bien qué pensarán los que están dentro del campo de la psiquiatría, no debería tampoco importarme demasiado. Como espectadora incluso los espasmos faciales mandibulares de la Knightley ya me sonaron hasta ridículos, hiperbólicos, casi de autosátira. Si se da o no así en la vida real en este tipo de diagnósticos no sabría decirlo, pero que levante la mano al que NO le causó gracia ese primer encuentro entre Jung y Sabrina con la pobre prota retorciéndose cual niña a punto de ser exorcisada en su silla.
Una película sobria hasta el extremo, contenida hasta en las actuaciones. El único que destaca es Vincent Cassel, en apenas 5 minutos brilla más que las dos horas del film en sí. Para ver, como siempre digo en estos casos, en la comodidad del hogar.
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