En los grupos de apoyo a la lactancia, cuando alguna madre pregunta por eso de que unas madres tienen leche y otras no (o que la de algunas es mejor que la de otras, que unas tienen mucha leche y otras poca leche, etc.) a mí siempre me gusta decirles que "la naturaleza es muy puñetera". Claro, y luego me explico.
Explico que la lactancia es una estrategia de supervivencia adoptada por una clase de animales (los mamíferos) que ha demostrado su éxito, precisamente por las grandes ventajas que aporta. Son más de 5.000 especies de mamíferos los que se han identificado a día de hoy en nuestro planeta.
Los seres humanos somos mamíferos y también somos el resultado de la evolución: la supervivencia de los más aptos (o adaptados). Así que me gusta decir a las mamás que si hubiera algún gen que hiciera que algunas madres tuvieran "poca leche" o "mala leche", ese gen se habría extinguido hace miles de años, ya que no se hubiera podido extender. Los hijos de una madre con este gen hubieran muerto... y fin de la historia... Porque en los orígenes de la humanidad no había ninguna alternativa u opción, ni biberones ni leche de fórmula.
Así que, yo por lo menos, entiendo que las mujeres actuales somos el resultado de milenios de evolución y que somos las más preparadas para amamantar a nuestros hijos. Nuestros cuerpos y nuestros pechos están perfectamente preparados para lactar, al igual que nuestros úteros son el órgano idóneo para gestar. Esto no implica que no haya razones ciertas y objetivas para no dar el pecho, al igual que hay mujeres que no pueden llegar a quedarse embarazadas. Las hay y son casos muy particulares, muy aislados. No llegararían al 1% del total de las mujeres.
Y sin embargo, en cualquier reunión en la que haya más de dos madres, cuando se habla del tema de la maternidad y la lactancia, siempre terminas oyendo eso de "yo no pude", "mi leche era agua" o "mi hijo con cuatro meses ya no quería"... Y es extraño, porque cuando alguien se atreve a contar su imposibilidad para quedarse embarazada no suele producirse un coro de afirmaciones en plan "es verdad, yo tampoco pude". La mujer que tiene problemas de fertilidad es un caso aislado y suele recibir manifestaciones de entendimiento, pesar y condolencia del resto de la concurrencia.
¿Por qué no suecede así con la lactancia? A mí me cuesta mucho callarme cuando una mujer dice en una reunión que su hijo a partir de los 4 meses ya no quiso mamar. En mi fuero interno me pregunto ¿Y si hubiéramos estado en la época de los cazadores de mamuts? ¿Lo hubieras dejado morir de hambre? ¿Con la misma indiferencia con la que hablas del fin de tu lactancia? Obviamente, en esos casos me suelo callar a no ser que haya "una lactancia en juego", una tercera persona que está embarazada o comenzando su lactancia y a quien puede perjudicarle hacerse ideas como que es normal que un niño decida suicidarse con 4 meses... digo, dejar de alimentarse voluntariamente.
En estos casos, y siempre que se pueda, suelo explicar las crisis de lactancia, cómo funcionan, las huelgas de lactancia, sus posibles causas y soluciones, etc. Intento minimizar el daño de esas afirmaciones dando la versión contraria, no que el problema exista o no, si fue real o no, sino que se puede solucionar si se cuenta con la ayuda, la información y el asesoramiento adecuado.
Donde no dejo pasar afirmaciones como esa, en ningún caso, es en el grupo de lactancia. No porque no se oigan, ya que muchas veces vienen madres cuya primera lactancia ha fracasado o no ha sido como ellas han querido o se han dado cuenta a posteriori que destetaron innecesariamente... Entiendo que al grupo de lactancia las mujeres vienen a aprender y a buscar información válida y contrastada, por eso no dejo que se asienten o se suelten alegremente mitos y falsedades (ni sobre la lactancia ni sobre otros temas que suelen surgir, como el parto).
Por eso, y siempre que puedo, me gusta dejar claro que la lactancia es una ventaja evolutiva del ser humano. Que es una función fisiológica que se ha desarrollado y perfeccionado durante miles de años y que las mujeres del siglo XXI somos el resultado de esta evolución y, por tanto, estamos igual o mejor capacitadas que nuestras antepasadas para dar el pecho. Las únicas barreras son la falta de apoyo personal, familiar (no olvidemos que la mayoría de las madres que ahora dan el pecho fueron alimentadas en su día con biberón con lo cual no tienen la referencia de sus madres y/o suegras) y social.