Sin darnos cuenta, o siendo conscientes de ello, muchas veces vivimos en un miedo irreal, que nosotros mismos provocamos (aunque no sea intencionadamente, salvo quien disfrute con su propio dolor), cuando volvemos al pasado y giramos nuestra vista hacia atrás, a pesar de que eso nos duela demasiado, o imaginamos un mañana que nos agobia en exceso, porque se nos presenta embarazado de incógnitas, que somos incapaces de resolver, y en nuestro error no nos damos cuenta, que muchas veces tratamos de resolver problemas que no existen.
Fran Laviada