Un minuto de gloria republicana

La monarquía española intenta cada día ponerse la careta de demócrata, pero sus orígenes, vinculados al franquismo y a una transición controlada por los poderes fácticos,  les delatan.  El pasado 31 de mayo una mujer se acercó al príncipe Felipe en Pamplona, en un acto público, con la intención de  entregarle una carta en la que reclamaba un referéndum para poder elegir entre monarquía y república.  El príncipe entabló una breve conversación con la mujer, en la que trató de convencerle del talante democrático de la casa real e incluso le dijo que todo es posible en el marco de la Constitución. Una mentira más, que suena tan hueca, que el propio Felipe, molesto por la insistencia de la mujer, se vió obligado a poner punto final a este intercambio de pareceres, mostrando su talante más intransigente, al asegurar a la protagonista de esta historia había logrado su minuto de gloria. Unas palabras que suenan tan machistas como paternalistas y tratan de reducir una aspiración legítima a un hecho vanal como es aparecer unos segundos en televisión.  SALUD Y REPÚBLICA