Antonio Orejudo no es un escritor español –lo siento– a pesar de su nombre y del lugar de nacimiento. Diría que tampoco es un escritor hispano. Más bien parece uno de esos autores checos, polacos o ucranianos con nombres, textos y títulos raros. O tal vez uno de esos norteamericanos, como Philip Roth, tan de moda por desentrañar las estupideces de su país, que son muchas. Lo digo porque las temáticas tanto de Reconstrucción como de Un momento de descanso no son habituales en nuestro panorama narrativo tan dado a trillar sobre trillado. Y me ciño al actual libro. Hasta ahora a nadie le había interesado la atrasada y pacata universidad española. Sin embargo, Orejudo se atreve con la americana y española a la vez. Y lo hace sin dejar títere con cabeza como cuando dice que "los occidentales del siglo XXI no tenemos problemas. Salvo que llamemos problemas a quedarnos sin tóner en la impresora o sin periódico el domingo por la mañana", o cuando describe el Departamento de Spanish de la Rutgers University de Missouri donde los colegas de uno de los protagonistas "estaban tan obsoletos como el mobiliario", y una de las profesoras colecciona "glandes de escritores célebres que ella misma fotografiaba" ya que "le divertía la facilidad con la que los escritores se la sacaban", pues de todos es sabido que a los escritores –locales o no– les gusta que se la chupen (este último comentario lo comparte el reseñista con el autor).Pero sigamos la sinopsis del libro que se supone sintetiza la obra. Arturo Cifuentes reaparece un día en la vida del narrador Antonio Orejudo. Cifuentes es un viejo amigo de la facultad, con el que Orejudo compartió casa en Nueva York, cuando ambos encontraron sus primeros trabajos en Estados Unidos, y al que suponía ya establecido en aquel país. Han pasado diecisiete años desde la última vez que se vieron, Cifuentes se ha divorciado y ha regresado a España para ocupar un puesto en la facultad donde estudiaron. Y tiene mucho que contar: las relaciones con su hijo adolescente, la crisis de su matrimonio, su infausta peripecia profesional y, sobre todo, su desencanto profundo con las humanidades. El narrador, que recapitula también sus experiencias de aquellos años, no sospecha, sin embargo, que su viejo amigo quiere proponerle algo que les afecta a ambos: desenmascarar a los farsantes, descubrir las raíces de una vieja conspiración.
Y para ello el libro utiliza tres partes diferenciadas. La primera con las peripecias vitales de Cifuentes hasta su regreso a Madrid. La segunda con una especie de autoficción del propio Orejudo donde narra sus correrías locas en la facultad de filología hispánica y por Nueva York (se convierte en una especie de experimento que "enriquecía la realidad con la ficción"), y la tercera con una intriga de buenos y malos con guerra civil incluida, como casi todo en nuestro país.
En definitiva, una obra ligera para difrutar donde a la inteligencia del autor se le suma la pericia del narrador.
Un momento de descanso
Antonio Orjeudo
Editorial Tusquets
Págs. 241