Revista Educación

Un momento histórico. O dos.

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Unos veinte minutos de discurso. Qué palique, señor, qué palique. Retrasé la publicación de mi entrada de hoy en este espacio para trasladarles a todos ustedes, oh, lectores, mis impresiones sobre el momento histórico que estamos viviendo. El de la proclamación del nuevo rey, digo, porque en estos últimos meses tenemos como poco un momento histórico al día, que está una que ya no sabe qué guardar en la retina.
El nuevo rey habla y yo sólo puedo pensar en cuántas vaporetas harán falta para limpiar tanta alfombra y tanto tapiz, y dónde las guardarán luego. Porque eso hay que limpiarlo, que puede venir un diputado alérgico y montarnos la de dios. Esa era mi esperanza para acabar con el aburrimiento de un discurso plano, un magnífico ejercicio de retórica que casi consigue que me eche la primera siesta del día. Bueno, eso y que Froilán se levantara en medio del acto y se marcara un 23 F. Eso sí que habría sido histórico.
Deduzco que no soy la única que es incapaz de retener una sola palabra de lo que dice Felipe VI, porque lo que escucho a continuación es la voz de los tertulianos de Ana Rosa Quintana hablando de los gallos del nuevo rey. Que los tiene, que siempre ha tenido ese problema que se acentúa por la emoción. Y luego hablan de la princesa de Asturias y de su formación (todavía no ha reinado el padre y ya están pensando en lo que vendrá) y de la formación que va a recibir, angelito, que como resulte que quiere estudiar filología o algo de eso lo va a tener jodido.
Ahora pasan todos los invitados y los saludan. Hay más gente dentro que en la calle, una calle en la que también hay más policías que personas. Algunos diputados

Posada se dirige a Felipe VI:

Posada se dirige a Felipe VI: “firma aquí, rey”

se entretienen hablando con las niñas, me imagino que para comentarles que tienen hijos de su edad y que son bien guapos, que a lo mejor podrían quedar para merendar algún día. Letizia sonría y supongo que piensa para sus adentros “si, hombre, con tu hijo la voy a casar yo”.
Y eso ha sido todo. Espero que sepan perdonar la frivolidad del análisis, pero es lo que tiene la saturación de momentos históricos, que una ya no sabe discriminar.


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