Soy fanática del cine. Ya se los había contado y en algunas ocasiones les he desgranado películas. Hoy quería hablarles del último estreno de Universal Spain " Un monstruo viene a verme" ("A monster calls") dirigida por J.A. Bayona (el mismo director que me hizo llorar tres horas seguidas con "Lo Imposible").
Tranquilos porque no habrá spoilers. Sólo habrá emociones.
Si has tenido un familiar enfermo sabrás lo que es pasar el infierno en la Tierra. Es ley de vida que nuestros padres se vayan primero, pero aún así el sentimiento de "orfandad" es algo que nunca termina de digerirse.
Si además, la enfermedad con la que has tenido que luchar es el cáncer, seguramente entenderás lo que significa que un monstruo venga a verte.
Siempre cuento que el cáncer de mi padre fue afortunado. ¡Irónico! Él no estaría de acuerdo si me escuchara, pero fue afortunado porque a pesar de ser de páncreas le permitió vivir dos años, casarme, conocer un nieto más, viajar, no perder el pelo y encontrarle sentido a la vida en la lucha.
No todos tienen esa fortuna con el cáncer. Mi mejor amigo, sobreviviente de cáncer de testículo, me decía que odiaba los sermones de "la luz" y "los guerreros". Tener cáncer era una puta mierda. Y punto. Que la gente se guardara sus palabras.
Mi padre le gustaba leernos sus descubrimientos, le gustaba leer de filosofía durante las quimios, leía a Lao Tse y luchó día a día hasta que su cuerpo no pudo más.
Dos años, con un periodo de "remisión" que nos traían en una montaña rusa. Con esperanza, sin ella. Con alegrías. Devastados. Viviendo la vida día a día, momento a momento, y diciendo, como dice Pessoa hasta la última palabra para que la muerte no tenga el último silencio.
Sin embargo, el último mes del hospital conocí al monstruo. Ese monstruo del agotamiento, del silencio, de la NADA que destruye toda Fantasía.
En mi última visita a México tomé un café con una gran amiga de la universidad que le tocó despedirse de su padre, también por cáncer, y me preguntaba ¿cuándo dejaba de doler? ¿cuándo se podría olvidar todo ese dolor y agonía del ser querido? ¿cuándo se borraban esas imágenes?
Esos monstruos no se olvidan.
Aunque yo ya era mayor, tan sólo tenía 27 años cuando me quedé sin padre. No conoció a ninguno de mis hijos, ni pude compartir con él mi vida adulta.
Ver a Connor (Lewis MacDougall) luchar contra sus miedos, fue volver a escuchar los míos propios.
Y ahora que soy madre, no pude dejar de ponerme en el papel de Sigourney Weaver, porque perder a un padre tiene nombre: ser huérfano, perder a un marido tiene nombre: ser viudo; pero perder a un hijo no tiene nombre.
Bayona tiene una sensibilidad extraordinaria pues con imágenes logra que todos tengamos miedo a nuestra verdad. Te hace vivir cada una de sus películas con poros abiertos y te hace sudarlas por los ojos.
" Un monstruo viene a verme " es terapéutica porque las historias son criaturas salvajes que nos permiten identificarnos, sentir empatía y proveer de posibles respuestas a los problemas que se nos plantean en la vida...
O eso es lo que me digo, cada vez que le cuento una historia a mis hijos...
Durante toda la película pensé en dos de colegas blogueras españolas que están pasando por esta enfermedad y que muchas veces no sé que decir. Un ánimo, un que bien te queda la peluca, un q ue campeona porque sales a caminar diario me parece frío, distante, y sin sentido. Así que guardo silencio y miro sus fotos en Instagram y vuelve el monstruo a recordarme que nadie está a salvo...
Una película enorme sobre el duelo, sobra la vida, que hace sentir y hace vivir...