La esperada nueva película de J.A. Bayona conserva los rasgos característicos que ya pudimos ver en Lo imposible y en El orfanato, puesto que las tres son consideradas por el director como una trilogía sobre la maternidad. En esta película volvemos a encontrar relaciones familiares, especialmente las que unen a una madre con sus hijos, truncadas por un suceso insólito (un cáncer, un tsunami, una misteriosa desaparición).
La película está basada en una novela de Patrick Ness, que escribió a partir de una idea la autora Siobhan Dowd, a la que el cáncer de mamá le impidió llevar a puerto su historia. Cuenta la historia de Connor, un niño de 12 años que debe hacerse cargo de su madre enferma y al que un monstruo con forma albórea visita por las noches para contarle una serie de cuentos que le ayudarán a entender su realidad. Es asombrosa la sensibilidad con la que Bayona representa algo tan complicado: la mente de un niño que debe hacerse mayor antes de lo previsto, aceptar tus propios miedos y seguir adelante cuando todo parece estar en tu contra. Y consigue explicar estos sentimientos tan complejos con una sencillez y elegancia que le acerca a Inside Out, puesto que al igual que en la película de Pixar el monstruo nos enseña que no hay que evitar la tristeza, sino aceptarla como parte intrínseca de la vida.
Todo esto está narrado con toques melodramáticos un tanto innecesarios, que hacen en ocasiones la película demasiado obvia. Los espectadores ya somos conscientes de lo trágico de la historia y el director se empeña en subrayarlo con una música que te indica en qué momentos tienes que llorar, en qué momentos tienes que emocionarte. Además cuenta con escenas (la puerta abierta en el hospital) que se recrean de forma redundante en el sufrimiento de los personajes.
La historia está envuelta en una estética maravillosa, tanto en la parte fantástica con el diseño del monstruo y las historias que narra, como en la parte real ambientada en una Inglaterra actual que parece salida de un cuento gótico. J.A. Bayona vuelve a demostrar que, ante todo, es un director comprometido con sus películas, convencido de hacer algo grande con cada uno de sus films.