Crítica cinematográfica por Sebastián Zavala Kahn
Un monstruo viene a verme no es el típico blockbuster Hollywoodense, lleno de efectos especiales innecesarios, explosiones, comedia gratuita y personajes unidimensionales. El filme, dirigido por el talentoso J.A. Bayona (El Orfanato, Lo Imposible, y próximamente, Jurassic World 2), es una fantástica historia sobre un niño y un monstruo, sí, pero también es una intensa fábula sobre el rencor, la culpa y el amor maternal.
Todos tenemos monstruos internos, pero pocos podemos admitir haber visto a dichos monstruos manifestarse externamente. Lo que propone Un monstruo viene a verme es que estos monstruos no sólo serían capaces de mostrarnos nuestros más profundos miedos, sino también nos podrían ayudar a resolverlos y a encontrar algún tipo de paz interna. Ningún ser humano, ni siquiera el niño más inocente, es totalmente “bueno” —todos tenemos un poco de lo bueno y un poco de malo y somos capaces de sentir emociones que no siempre se van a sentir “correctas” —. Llegar a admitir esto no es fácil, especialmente para un chico con un padre ausente, una madre enferma, y una vida escolar infernal.
Lewis MacDougall interpreta a Conor O' Malley, un niño de 12 años con pocos amigos y una actitud triste y melancólica hacia la vida. Su madre (Felicity Jones) está muriendo de cáncer, su padre (Toby Kebbell) vive en los Estados Unidos, y su abuela (Sigourney Weaver) es una persona fría y extremadamente estricta. En el colegio es acosado por un grupo de bullies agresivos y violentos, y en casa puede encontrar pocos momentos de tranquilidad, los cuales aprovecha para dibujar.
Sin embargo, una noche es visitado por el Monstruo (voz de Liam Neeson), una criatura gigante proveniente (y al parecer, hecha de) un antiguo árbol cerca a la casa de Conor, quien le propone contarle tres historias en diferentes momentos. Durante su última visita, Conor tendrá que contarle su propio cuento (y su más grande pesadilla).
Un bonito cuento triste
Basada en la novela de Patrick Hess (quien también se encargó de elaborar el guion de esta adaptación), Un monstruo viene a verme es una de las películas más hermosas que haya visto en mucho tiempo. La estética de las escenas con Conor y su familia es realista y oscura. Bayona favorece las cámaras en mano para otorgarle una palpable inmediatez a las escenas más dramáticas, y los momentos más felices —como una visita de Conor y su padre a un parque de diversiones cercano— son mostrados a través de planos llenos de su luz y calidez, con lens flares y primeros planos de nuestros personajes sonriendo. Un monstruo viene a verme sabe cuándo transmitir un tono alegre y optimista, pero también cuándo ser melancólica y hasta triste.
Lo más atractivo a nivel técnico, sin embargo, son las historias que el Monstruo cuenta. Cada vez que la voz de Neeson comienza a narrar uno de sus cuentos, Bayona nos adentra en un mundo de animación en 3D, imágenes tipo acuarela, y personajes que parecen haber sido hechos de papel cortado. El resultado es impresionante, una de las propuestas visuales más originales y bellas que haya visto en mucho tiempo. Podría uno comparar a Un monstruo viene a verme con la decepcionante Mi amigo el gigante de Steven Spielberg, pero más allá de la relación entre un niño y una criatura gigante, no hay muchas similitudes. Un monstruo viene a verme es una propuesta mucho más madura y presenta una visión más intrigante de un mundo fantástico.
A pesar de que podría resultar atractiva para los más pequeños de la casa, Un monstruo viene a verme es una película para adultos, muy oscura para los niños más jóvenes, y hasta muy dramática para los adolescentes que estén buscando algo emocionante. La cinta tiene mucho que decir sobre la culpa que puede sentir una persona, y sobre cómo puede tener problemas a la hora de expresarla. Conor ama a su madre, pero siente tanto dolor al verla sufrir de cáncer, que quiere que todo termine —tiene miedo de perderla, pero también quisiera que se vaya—. No se lo dice a nadie, y a pesar de todos los berrinches que pueda hacer, nadie lo castiga, porque “¿cuál sería el punto de ello?”
Es por eso que recurre a los bullies —Conor quiere ser castigado, quiere sentir algún tipo de repercusión por sus pensamientos y sus reacciones, por más que no tengan nada que ver con su situación familiar—. Se trata de una caracterización brillantemente triste de un protagonista con el que uno se puede identificar, un conflicto interno que pocas veces he visto en un filme, especialmente uno de este corte.
Lewis McDougall (quien antes solo había tenido un pequeño rol en la terrible Pan) es brillante como Conor. Interpreta al personaje como un chico tímido pero muy imaginativo, lleno de conflictos internos que simplemente no sabe cómo expresar. Es una actuación sutil, pero que resulta en un protagonista redondo, por momentos patético, con el que uno se relaciona. Felicity Jones interpreta a la madre de Conor como alguien amorosa, comprensiva e inocente —comparen su trabajo aquí, con el que hizo en Rogue One: Una Historia de Star Wars, y comprenderán su versatilidad—. Toby Kebbell es creíble como el carismático, pero irresponsable padre de Conor; Liam Neeson convierte al Monstruo en un gigante intimidante pero a la vez amigable, y Sigourney Weaver resalta como la abuela, a pesar de tener un acento británico inconsistente.
Un monstruo viene a verme es una cinta emotivas que jamás recurre a la manipulación o a textos obvios para llegar al corazón del espectador. Se trata de una película silenciosa y sutil —la banda sonora está presente solo en algunas escenas, lo cual le permite a los actores transmitir ciertas emociones, importantes tanto para los personajes como para la historia, solo a través de sus expresiones—. Bayona jamás siente la necesidad de expresar los temas principales del guion a través de dialogo expositivo o interacciones gratuitas; confía en su público, y prefiere que ellos conecten los puntos por sí mismos. Un monstruo viene a verme funciona porque cuenta una historia muy humana y dolorosa de manera natural y verosímil.
A pesar de lo fascinante que resulta Un monstruo viene a verme, el hecho de que haya sido un fracaso en la taquilla mundial no sorprende en lo absoluto. Es una película con elementos fantásticos típicos de un blockbuster norteamericano, pero que no cuenta una historia particularmente feliz u optimista —el filme maneja un tono melancólico y oscuro, y desarrolla temas que podrían resultar incómodos para espectadores que estén buscando algo más ligero—. Sin embargo, para aquellos que disfruten de historias visualmente impresionantes con contenido intelectual y emotivo bien desarrollado, Un monstruo viene a verme es una sublime opción; una película memorable y poco común.