Hace unos meses, a raíz de una reseña de Libros del Asteroide que tocaba temas como los celos, la libertad y la mentira, comentaba por aquí que no es lo que pienses o sientas lo que habla de ti, sino que son tus actos los que te definen como persona. Este libro juvenil vuelve a llevarme hasta la misma conclusión, a través de otro enfoque.
“Un monstruo viene a verme” no es una novela de crecimiento al uso. Se trata de la difícil experiencia que atraviesa un joven adolescente, Conor O’ Malley, que debe enfrentarse a las consecuencias de una familia desestructurada, a la enfermedad y al acoso escolar. Todo se le pone en contra y en su situación no es de extrañar que desarrolle mecanismos de defensa de carácter psicótico: los monstruos que aparecen en esta novela no la convierten en un libro de fantasía, espada y brujería o similar, sino que se trata de monstruos muy reales, pero no daré más pistas para no desvelar datos de la trama.
Lo que definitivamente aporta el matiz diferenciador de "Un monstruo viene a verme" con respecto a las típicas novelas de aventura adolescentes, es el tratamiento de las contradicciones humanas, un tema complejo que no suele aparecer reflejado en los argumentos debido a su complejidad: no es fácil explicar a través de una historia que algo puede estar bien y mal al mismo tiempo. Normalmente, lo que se hace es presentar personajes arquetípicos y por tanto ligeramente deshumanizados, que representan de una forma muy clara el bien y el mal, se llega a una conclusión, etc. Sin embargo, Patrick Ness dibuja un protagonista tan humano con unos fantasmas tan reales que casi se perciben su alientos en la nuca, me parece que es una apuesta muy valiente y muy inteligente a la vez.
Últimamente se habla mucho de este libro porque en octubre de este año se estrenará la película basada en el mismo, que dirige el español Juan Antonio Bayona e interpretan actores como Liam Neeson, Felicity Jones, Sigourney Weaver y el pequeño Lewis MacDougall en el papel protagonista. El guionista es el mismo Patrick Ness, por lo que es de esperar que la trama sea muy fiel al libro.
Por lo demás, la novela es una delicia también en lo que a presentación formal se refiere: editada en España por DeBolsillo con magníficas y oscuras ilustraciones de Jim Kay, el trabajo de maquetación es digno de resaltar, ya que intercala texto e imagen de una forma muy cuidada, de modo que algunas ilustraciones rodean el texto enmarcándolo, u ocupan dos páginas continuas resaltando delicadamente todo el texto, cuyos márgenes adoptan formas caprichosas. Se lee en un par de horas, está muy bien escrito e invita a la reflexión, al regreso a lo esencial.
Por último, el personaje del monstruo contiene referencias mitológicas, un punto a favor del libro que definitivamente lo alejan del grueso de la literatura típicamente adolescente, como se puede apreciar desde este fragmento:
—¿Que quién soy? —dijo, y luego gritó—. ¿Que quién soy?
Parecía que el monstruo seguía creciendo, cada vez era más alto y más ancho. Un viento súbito lo rodeó, y el monstruo abrió los brazos tanto que parecía que le llegaban a horizontes opuestos, tanto que parecían lo bastante grandes como para abarcar el mundo.—¡He tenido tantos nombres como años tiene el tiempo! —dijo con un rugido—. ¡Soy Herne el Cazador! ¡Soy Cernunnos! ¡Soy el eterno Hombre Verde!El monstruo bajó uno de los brazos, atrapó a Conor y lo elevó en el aire; el viento se arremolinó en torno a ellos haciendo que las hojas que formaban la piel del monstruo se agitaran airadamente.—¿Que quién soy? —rugió de nuevo—. ¡Soy la espina dorsal que sostiene las montañas! ¡Soy las lágrimas que lloran los ríos! ¡Soy los pulmones que respiran el viento! ¡Soy el lobo que mata al gran ciervo, el gavilán que mata al ratón, la araña que mata a la mosca! ¡Soy el gran ciervo, el ratón, la mosca que son comidos! ¡Soy la serpiente del mundo que se devora la cola! ¡Soy todo lo que no está domesticado y no se puede domesticar! —Acercó a Conor uno de sus ojos—. Soy esta tierra salvaje, y he venido a por ti, Conor O'Malley.—Pareces un árbol.