Un mundo raro, un cuento chiquito, es un artilugio de narración oral escénica. Aprendí a contar escuchando a las mujeres del patio donde crecí. Allí hacían y deshacían, contaban y hasta cantaban en las celebraciones familiares.
Todas las vidas merecen ser contadas. La memoria es un fuego encendido, como el que había en aquella cueva, de la que parece que salimos, pero ese fuego de alguna manera sigue encendido y para mantenerlo es necesario ir echando algo para que no se aparque su llama.
Un mundo raro, un cuento chiquito, se llena de memoria, humor, poesía y compromiso con la vida.