¿Hacia dónde va el mundo? ¿Es viable nuestra forma de vida? ¿Es alguna nación viable? ¿Qué nos depara el futuro? Todas estas son preguntas que parten de la nuestra muy humana negación de la contingencia de nuestra existencia. Las preguntas por el futuro parten de la implícita negación o censura del presente; no nos gusta el presente, no nos gusta lo que somos, ni cómo somos. De ahí que andemos haciendo preguntas por un futuro incierto, hipotético, desconocido, y en el que nos imaginamos las cosas de “mejor manera ”.
Hemos construido los conceptos de mejor y de peor, de futuro y de pasado, y con este lenguaje nos hemos vuelto esclavos del tiempo y de los significados. Si algo no concuerda con aquello que creemos que significa la “libertad”, el “desarrollo”, “la decencia”, “la cultura”, “la ciudadanía”, entonces nos negamos a verlo y a reconocerlo. Tal es el caso de las cosas “malas” y “trágicas”, los conceptos que damos a las realidades que nos gustan.
Hay que aclarar de entrada que el mundo en que vivimos no es viable, ni nuestras naciones, ni nuestros partidos políticos, ni nuestros mediocres políticos ni nada de lo que conocemos. Todo, todo, absolutamente todo está destinado a fracasar y a perecer. Nada está fijo, ni siquiera la “Razón”, por ende hay que bajar a la razón de su trono, también al dios inmutable Yahvé y a todos aquellos que reclamen perennidad. Tal vez los únicos dioses legítimos son aquellos que están dispuestos a morir, de la misma forma en que muere el mundo, de la misma forma en que todo pasa y nada es perenne. Esta transitoriedad, contingencia, mortalidad es la que hace que nada sea viable, que nada tenga un futuro, que todo sea incierto.
El mundo no es viable, no tiene futuro, lo único que tiene existencia es el presente, un presente que se va desmoronando con cada segundo que pasa (Fernando Vallejo, El Desbarrancadero). Los seres humanos no hemos aprendido a rendirnos ante los hechos sin fundamento, que suceden en el eterno presente y muy seguramente por eso es que andamos esperando una eternidad que no se va a presentar . Somos como aquel naufrago que no quiere vivir en la isla en la que lo arrebató su destino y que por eso anda enviando mensajes en botellas, esperando que alguien venga a rescatarlo.
El siguiente vídeo, que inspiró esta entrada, pertenece a una noticia presentada por el Huffington Post esta mañana, Un niño de 13 años es asesinado por las fuerzas policiales brutales de Bashar Al Assad, dictador sirio: véanlo y luego me cuentan si este es un “mundo viable”. Yo mientras tanto me voy encomendado a la Santa Muerte, patrona de México, la única que acoge a todos sin importar si son ricos o pobres, sabios o ignorantes, la única diosa que no dice mentiras y que no promete salvación.