Revista Cultura y Ocio

Un niño prodigio. Irène Némirovsky

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Un niño prodigio. Irène Némirovsky
     "Ismael Baruch había nacido un día de marzo en que nevaba mucho en una gran ciudad marítima y mercantil del sur de Rusia, a orillas del mar Negro. Su padre vivía en el barrio judío, no lejos de la plaza del mercado. Se dedicaba a la reventa de ropa vieja y chatarra."
     Escrito por una jovencísima Irène Némirovsky, este libro es anterior a su primera novela. Y no lo llamo novela porque debido a su extensión es un relato largo, no porque le falte profundidad o argumento. Con un título atractivo y una autora más que reconocida a la que debía de dar otra oportunidad, hoy traigo a mi estantería virtual, Un niño prodigio.
     Conocemos a Ismael. Un niño ruso que nace en la pobreza de un barrio humilde y el seno de una familia que ve como las enfermedades van diezmando su extensa prole. Pronto comienza a cantar en tabernas, consiguiendo algo de dinero, y será precisamente ese don el que atraiga la mirada de un hombre y su pareja, que no dudará en catalogarlo en base a sus composiciones como niño prodigio. Solo de este modo consigue salir de su barrio, mejorar su situación y su vida, sin saber que nada es eterno.
     En apenas cien páginas, la autora construye una historia tan hermosa como triste y cruel. Vamos siguiendo los pasos de este niño que se ve primero sorprendido por el éxito y luego ufano y lo acompañamos hasta sus últimos momentos. No necesita extenderse para mostrarnos la miseria  y la aceptación de la vida miserable. Ni tampoco para que conozcamos a este niño convertido rápidamente en un "pillo" de las calles portuarias. Pero lo que realmente hace, usando el talento de este joven niño, es ir destapando las caras de la naturaleza de  las personas. El orgullo de los padres rápidamente convertido en interés, el interés de la princesa que se irá mostrando como un egoísta capricho y las transformaciones que se van produciendo en el joven protagonista.
      Invita a la reflexión, ahora que proliferan los programas en los que los niños salen a hacer sus trucos, sobre el peligro de empujar y forzar a este niño sin tener en cuenta sus propias inseguridades. Lo que hubiera de sido un motivo de orgullo, acaba convirtiéndose en un deber, y para cuando lo hace, el niño ya no sabe a qué mundo pertenece. Y cree perdida su capacidad y con ella sus apoyos y tal vez su sentido.
De hecho, la misma autora comenta que tal vez alguien debiera haberle dicho a Ismael que volvería a componer, cuando a quien se encuentra es a otro juguete roto en el camino de su vida. Porque pronto vemos que la historia trata justamente de eso. Y también del valor de las personas por lo que son, siendo la relación de los padres con el niño la parte más cruel de una historia que se antoja mil veces vivida con distintas caras, con distintos nombres...
     La edición tiene un prólogo estupendo, pero recomiendo leerlo al final. Porque, si bien es cierto que pronto anticipamos el color del resultado de la novela, creo que se disfruta más una vez terminada la historia. De este modo podemos compartir los paralelismos que nos señala y también llegamos limpios a un librito francamente recomendable.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
    Gracias

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