La verdadera condición del hombre es la de pensar con sus manos.
No cabe duda que hemos otorgado a los objetos una capacidad especial para concentrar el sentido de una poética narrativa. Incluso superior a la de las tramas inventadas durante el clasicismo. Pero el peligro no reside en esta o cualquier otra tentativa que pretenda alcanzar un control total del universo, sino en la debilidad de nuestras manos.
Unas manos débiles empujan al pensamiento a abandonarse al ritmo de su mecánica: se proletariza y no vive más allá de su creación.
Ricardo Adalia Martín.