Gliese 667C. Crédito: ESO
Artículo publicado por Robert Strenge el 21 de noviembre de 2011 en la web de la Universidad Estatal de Washington
En los próximos años, el número de planetas descubiertos en órbita alrededor de estrellas lejanas, probablemente alcanzará la cifra de varios miles o más. Pero incluso conforme nuestra lista de “exoplanetas” recientemente descubiertos siga creciendo, la búsqueda de vida más allá de nuestro Sistema Solar probablemente se centrará en los relativamente pocos nuevos mundos que exhiban las condiciones más similares a la Tierra.
Para gran parte de la comunidad científica, la búsqueda de vida alienígena ha estado dominada por la idea de que nuestro planeta sirve como el mejor modelo de condiciones propicias para el surgimiento de la vida en otros mundos. Y aunque hay una innegable lógica en buscar vida en el mismo tipo de condiciones en la que ya sabes que tiene éxito, hay científicos como Dirk Schulze-Makuch, astrobiólogo de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad Estatal de Washington, y Abel Mendez, experto en modelado de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, que también ven tal modelo como el producto de una forma potencialmente limitante de pensamiento terrícola sesgado.
Para Schulze-Makuch y sus nueve autores acompañantes – un grupo de trabajo internacional que representa a NASA, SETI,al Centro Aeroespacial Alemán, y cuatro universidades– la búsqueda de vida en otros mundos está realmente dirigida por estas dos cuestiones.
“La primera es si pueden encontrarse condiciones similares a la Tierra en otros mundos, dado que sabemos empíricamente que esas condiciones pueden albergar vida”, dice Schulze-Makuch. “La segunda cuestión es si esas condiciones existen en exoplanetas que sugieren la posibilidad de otras formas de vida, conocidas para nosotros o no”.
En un artículo publicado en el ejemplar de diciembre de la revista Astrobiology, Schulze-Makuch y sus coautores proponen un nuevo sistema para clasificar los exoplanetas usando dos índices distintos – un Índice de Similitud Terrestre (ESI) para categorizar las características más similares a la Tierra de un planeta y un Índice de Habitabilidad Planetaria (PHI) para describir una variedad de parámetros físicos y químicos que son teóricamente propicios para la vida en condiciones más extremas y menos similares a la Tierra.
Los índices de similitud proporcionan una potente herramienta para categorizar y extraer patrones a partir de grandes y complejos conjuntos de datos. Son relativamente fáciles y rápidos de calcular y proporcionan una medida cuantitativa simple del desvío respecto a un estado de referencia, usualmente en una escala de cero a uno. Se usan en matemáticas, imágenes por ordenador, química y muchos otros campos.
Los dos índices propuestos por el grupo marcan el primer intento, por parte de los científicos, de categorizar los exoplanetas y exolunas que se espera que se descubran en el futuro cercano, de acuerdo con su potencial de albergar algún tipo de vida.
“Como materia práctica, el interés en los exoplanetas va a centrarse inicialmente en la búsqueda de planetas terrestres similares a la Tierra”, dice Schulze-Makuch. “Con eso en mente, proponemos un Índice de Similitud Terrestre que proporciona una rápida herramienta de filtrado con la cual detectar los exoplanetas más similares a la Tierra”.
Pero los autores creen que centrarse exclusivamente en las suposiciones terrestres sobre habitabilidad, puede ser un enfoque demasiado restrictivo para captar la potencial diversidad de formas de vida que, al menos en principio, pueden también existir en otros mundos.
“La habitabilidad, en un sentido más amplio, no está necesariamente restringida al agua como solvente o a un planeta orbitando una estrella”, escriben los autores del artículo. “Por ejemplo, los lagos de hidrocarburos de Titán podrían albergar unas formas de vida distintas. Estudios análogos en entornos de hidrocarburos en la Tierra, de hecho, indican claramente que estos entornos, en principio, son habitables. Los planetas huérfanos que vagan libres de estrellas centrales podrían, de la misma forma, tener condiciones adecuadas para alguna forma de vida”.
Los autores del artículo admiten que intentar evaluar la probabilidad de que algún tipo de desconocido de forma de vida pudiese existir en algún mundo dado, es una empresa intrínsecamente muy especulativa. Pero la alternativa, defienden, es arriesgarse a pasar por alto mundos potencialmente habitables por usar suposiciones demasiado restrictivas.
“Nuestro PHI propuesto viene dado por parámetros químicos y físicos que son propicios para la vida en general”, escriben. “Depende de factores que, en principio, podrían detectarse a la distancia que están los exoplanetas de la Tierra, dada la instrumentación (espacial) futura actualmente planificada”.
El artículo, titulado “A Two-Tiered Approach to Assessing the Habitability of Exoplanets“, fue escrito por Alfonso Davila, de SETI; Alberto Fairen, de NASA; Abel Mendez de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo; Philip von Paris, del Centro Aeroespacial Alemán; David Catling, de la Universidad de Washington; Louis N. Irwin, de la Universidad de Texas-El Paso, y Marina Resendes de Sousa Antonia, Carol Turse, Grayson Boyer y Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad Estatal de Washington.
Artículo traducido y posteado en Ciencia Kanija, el original se publicó en web de la Universidad Estatal de Washington, su autor es Robert Strenge.