Revista Sociedad

Un país en descomposición.¿Una nueva esperanza?

Publicado el 22 octubre 2019 por Salva Colecha @salcofa

Estos días han sido un tanto inquietantes. Independentismo puede que haya igual que en otras épocas. Pero lo que sí que veo es cansancio y hartazgo de muchos sectores que hasta ahora estaban calladitos. Vale que nos han centrado la mirada Un país en descomposición.¿Una nueva esperanza?en Barcelona pero los jubilados de toda España se manifestaron en Madrid, en Asturias se quejan del cierre de fábricas, en Murcia miles de personas se quejan de la muerte del Mar Menor ante la pasividad de las instituciones que prefieren dedicarse a “sus chanchullos varios” antes de poner remedio semejante perdida mediambiental. En el centro el de la “España vaciada” se quejan por la muerte por abandono de todo el mundo rural, por el sur ya se lamentan por los recortes de todo tipo que los llevan a la miseria. Otros nos quejamos de que la desigualdad y la miseria campa por sus anchas y resulta Un país en descomposición.¿Una nueva esperanza?intolerable (y menos con un gobierno supuestamente socialista)… y así hasta donde quieras incluyendo a los que ahora llamamos “nostálgicos” que se han mosqueado porque les sacan los huesos del dictador en una maniobra que al final no sirve ni de cortina de humo para entretenernos mirando hacia otra parte. Son muchos los descontentos, tantos que ya estamos en una situación desesperada para las estructuras de gobierno que continúan tocando la misma melodía y que lo harán hasta que se hundan, como la orquesta del Titanic.

Hemos llegado a un momento convulso en el que no sabemos “que es lo bueno” y “que es lo malo”, es ahora cuando nos deberíamos dar cuenta de que la

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legalidad no es una foto estática sino un reflejo de la sociedad y sus sentimientos en cada momento de la historia. Seguro que en la Francia del XVIII a los monárquicos no les encantaría la idea de que los desarrapados, hasta las narices de impuestos e injusticias,  empezasen a cortarles el pelo con una guillotina y ahora, ya los ves. Por esto digo que el orden es variable, cambia según las necesidades y la evolución social y claro, los que están asentados se opondrán todo lo que puedan a que les muevan la silla.

La época del positivismo jurídico radical en la que sólo contaba la ley escrita en

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pesadas losas de mármol ya pasó muy hace mucho tiempo, por mucho que todavía se empeñen en hacernos creer que sólo es ley lo que aparece escrito en los códigos y más todavía en una época en la que todo se mueve a las velocidades de la luz y en la que palabros como “soberanía” y “estado” se diluyen en otros como “multinacionales” y “Organizaciones supranacionales” que al final son las que se llevan el gato al agua mientras nosotros, los de siempre acabamos pagando la cuenta del restaurante en el que ni siquiera hemos comido. .

Párate un momento a pensar como eran tus herramientas de trabajo allá por el año 78 y como son ahora. No tendrías Twitter, ni internet, como mucho una

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máquina de escribir y una multicopista. ¿Verdad que no podrías hacer llegar lo que piensas a gente que esté más allá del rellano de tu escalera?¿Verdad que el trabajo sería imposible utilizando aquellos medios?. Pues así se encuentra la justicia. Resulta imposible que funcione si todavía utilizamos textos anclados no en el 1978 de la constitución sino hasta en el 1889 del Código Civil que todavía nos gastamos (debidamente parcheado para la ocasión) en el que cuando se habla de pájaros se refiere a palomos mensajeros y no al pajarito de Twitter. ¿Eso te asusta? ¡Pues
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imagina si te digo que el Registro de la Propiedad donde inscribes tu hipoteca y registran las adjudicaciones judiciales que te desahucian se hunde hasta 1768 (y tampoco es que haya cambiado mucho)!. Ese puede ser uno de los problemas, la justicia no tiene apariencia justa porque no se mueve con los tiempos, se ha quedado antigua porque está secuestrada por unos políticos que hace oídos sordos a lo que se les pide en la calle y mientras esto no cambie no vamos a avanzar nada.

Ahora cuando se apaguen las hogueras será el momento de pararse y reflexionar

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sobre que está fallando. Seguramente entonces veremos que esto va mucho más allá de la independencia. Esto va de un final de ciclo, un fin de fiesta en la que los inmovilistas se resisten a dejar sus chollos y  marcharse. Soplan vientos de cambio y aunque se empeñen en taparlos, negando, seccionando, satanizando… Pero al final ¿Quién puede detener al vendaval? Igual estamos ante el principio de alguna cosa más grande, si no lo sofocan antes. ¿Vivimos el principio del desmoronamiento del orden social establecido?


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