Precisamente, en el momento en que se daba la actuación, y es verdad de la buena, este vecino del mundo conectó su televisor, y vio los primeros treinta segundos. Sinceramente, hay cosas que uno no sabe por qué, quizás seguro que tiene que ver con el pasado, con la niñez, pero me dio miedo, mucho miedo, y cambié de canal. Pero no se me ocurrió buscar en el libro genealógico del individuo para extirparlo forever and ever. Sinceramente, tampoco me extrañó que me diera miedo, porque las referencias a la religión y a la Iglesia, en el número carnavalero, eran más que obvias. Y todo lo que no se puede razonar, que va con el más allá, con la fe, todo está diseñado siempre para impresionar profundamente o dejar estupefacto (por no decir “acojonar”), al no entender ese contacto con el todo, con ese Gran Padre que siempre te vigila. Sin embargo, he de reconocer que la puesta en escena, de lo poco que vi, fue impresionante.Ahora, hay otros que llevan investigando un tiempo, y seguro que no llegarán a nada, porque, gracias precisamente a Dios, curioso, todavía nos podemos expresar y dar nuestra opinión. Pero, mientras, la sombra del miedo, y más miedo, intenta nublar la luz.Como hubiera dicho mi padre, sabiduría popular, o como dirían los pedantes, doctorado en la universidad de la calle, “ésto, y lo de los titiriteros, primos hermanos".
Ésta claro que más de uno todavía desearía que se aplicara esa ley de vagos y maleantes de la época de Franco, a modo de cajón de sastre, donde todo lo que “afeaba el paisaje humano” cabía.Luego dirán que los juzgados están saturados, pero, ya se sabe, a río revuelto ganancia de pescadores, y mientras se investiga al ganador del concurso de drags, pues no se investigan otras cosas, que vaya usted a saber, y llámenme, mal pensado, a lo mejor es más importante, y tiene que ver con algún dinero más bien oscuro, que se quería ir a Suiza, o con extrañas amistades entre políticos y constructores…
*FOTO: DE LA RED