Revista Cultura y Ocio
Está cabizbajo, sus largas y blancas orejas se ven alicaídas. En sus grandes ojos hay un rastro de humedad, una lágrima emerge para deslizarse con lentitud por sus mejillas.
El apuro ya no es característico de ese personaje que corría de aquí para allá, mirando insistente su gran reloj, y que ahora luce una tristeza que lo opaca y lo vuelve invisible, intangible…irreal.
El conejo blanco está muriendo junto con la fantasía. El país de las Maravillas está agonizando y sus personajes están desapareciendo poco a poco…
Texto: Patricia K. Olivera