Ariel Pazos Ortiz
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Imagen tomada de Internet
Tras las recientes sesiones del Parlamento de Cuba, el anuncio de nuevas medidas ha llamado la atención de la ciudadanía. Muchos reaccionan con optimismo, pero no faltan quienes hablan de la inminencia de un «paquetazo neoliberal».
¿Cuánto de veracidad hay en esas afirmaciones que comparan las alternativas propuestas con políticas típicas de gobiernos neoliberales?
Cierto es que la dirigencia cubana adelantó que para 2024 se aprobarán, de forma progresiva, el aumento de algunos precios (combustibles, ciertas mercancías, electricidad a partir de los 500 kilowatts por hora…), la limitación del empleo en el sector presupuestado y otras decisiones en materia económica.
Sin embargo, a diferencia de lo que podría acontecer en varios países ante una crisis económica parecida, en este caso las medidas no persiguen beneficiar a un grupo de privilegiados, sino favorecer la estabilización macroeconómica de la nación. Y esto es imprescindible para enderezar, aunque sea un poco, la economía cubana.
Así mismo, según han reiterado los responsables públicos, en el caso de la Mayor de las Antillas estas medidas se anuncian en un contexto donde es impostergable reducir el déficit fiscal y fomentar la productividad de los diferentes actores económicos. Nos estaríamos engañando entre nosotros mismos, si aspiramos a que la economía nacional sane mientras el Estado continúa emitiendo dinero sin respaldo productivo. Probablemente, estos pasos, o similares, debieron haberse dado antes.
En ese sentido, es necesario un reordenamiento de la fuerza laboral. No se trata de despedir personas y que queden a su suerte; se trata de estimular que las entidades, sobre todo las presupuestadas, tengan un número racional de empleados. En múltiples ocasiones, existen personas que cobran salario y acceden a prestaciones sin tener un contenido de trabajo debidamente configurado.
Por otra parte, cuando se enfatiza en aspectos economicistas, hay quienes tienden a establecer paralelismos con realidades foráneas. Es lógico y útil que el ser humano contraste; pero, ¡atención!, a veces los paralelismos propician conclusiones inacabadas.
A juzgar por lo que se dio a conocer días atrás, y teniendo en cuenta la conceptualización del modelo de desarrollo socialista cubano, la intención no es sanear la economía pagando un costo social; sino corregir tendencias insostenibles para lograr, precisamente, una distribución más equitativa de los recursos y revertir el deterioro de importantes conquistas de la nación.
De hecho, junto a tales medidas, también se anunció la decisión de aprobar pagos complementarios a los profesionales de Salud y Educación, en momentos de creciente preocupación ciudadana por la situación de esos sectores.
De tal modo, no sería acertado decir que Cuba está marchando a una gestión neoliberal de su economía. Afirmarlo podría ser resultado de confusiones —que se pueden superar con acceso a información fidedigna— o de presentar el asunto desde una postura de hostilidad política.
El inmovilismo no sacará a la economía cubana de su escollo. Estas medidas por sí solas tampoco traerán la anhelada prosperidad, pero pueden despejarnos el camino.