El Partido Popular (PP), el partido conservador que gobierna España y la mayoría de las comunidades autónomas, está cada vez más “achicharrado” por los casos de corrupción que afloran en su seno y que afectan a los dirigentes y personalidades del mismo. Es el partido que tiene a todos sus extesoreros imputados por la Justicia y al último de ellos, Luis Bárcenas (que da nombre a una pieza separada del caso Gürtel), pendiente de juicio y en libertad provisional, tras una temporada en la cárcel, por la administración de una caja B en el partido para su financiación ilegal (surtida con donaciones de empresas que contratan con la Administración), además de enriquecimiento y reparto de “sobres” con remuneración adicional opaca a los directivos de la formación, entre ellos al propio Rajoy, actual presidente del Gobierno.
Este es el partido en el que, para colmo, sufrió el viernes la detención de quien fuera todo un vicepresidente del Gobierno en la era de José Mª Aznar, exgerente del FMI por escasos dos años (¿por qué se iría o lo echaron?) y expresidente de Bankia (la banca arruinada y rescatada con dinero público), Rodrigo Rato, por supuesto fraude, blanqueo de dinero y alzamiento de bienes, y que se acogió a la amnistía fiscal diseñada por su antiguo subordinado y hoy Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Con éste y otros escándalos, definitivamente el PP arde por todos sus costados a causa del fuego de la corrupción, y será un milagro que logre sobrevivir con el cuerpo achicharrado de quemaduras. Menos mal que la derecha ya tiene una nueva marca política, sin las rémoras del pasado (franquista) y sin ligaduras a intereses (que se sepa) de la oligarquía social y económica del país: Ciudadanos. Y todo ello en un año de apretado calendario electoral y justo a cuatro semanas de comicios municipales y autonómicos. Habrá que estar atentos.