Un paseo por Innsbruck, en el Tirol austríaco
Hoy nos vamos hasta Innsbruck, la capital del Tirol, en Austria, que ha crecido abrigada por el colosal macizo de los Alpes. Este enclave alpino enamora ya desde lejos, pero cuando o nos acercamos y paseamos por sus calles imperiales nos deslumbra y nos hechiza.
El emblema de la ciudad es el Tejadillo de Oro, construido por el monarca Maximiliano I de Habsburgo. Consta de un balcón cubierto por 2.657 tejas de cobre dorado, el cuál da a la plaza principal de Innsbruck y donde el monarca disfrutaba de los actos que se celebraban en la ciudad.El sacro Imerio no sólo construyó el Tejadito de Oro en Innsbruck.
Pero esta no es la única maravilla que el operador del Sacro Imperio, mandó construir en Innsbruck. También amplió el palacio de la ciudad, el palacio de Hofsburg. Este fue el palacio que plasma el esplendor de la vida de los Habsburgo, donde destaca el estilo rococó que predominó en la época.
Muy cerca del palacio, podemos contemplar otra de las excentricidades el emperador, el panteón de Hofkirche. Dicho mausoleo estaba custodiado por 28 esculturas de bronce negro que representaban personajes célebres de la época, éste debía ser la tumba donde reposara el monarca, pero no es así porque el monarca murió antes de ver su obra acabada. Como curiosidad, cabe destacar que el mausoleo finalizó seis décadas después de su muerte con una estatua del Habsburgo arrodillado en la nave central.
Después de Maximiliano, Innsbruck continuó creciendo con grandes obras.
Pero Innsbruck, no debe su esplendor a un sólo monarca, porque después de la muerte de Maximiliano, se construyó el castillo de Ambras. Donde destaca su interior con grandes obras maestras y rarezas traídas de todos los rincones del mundo. También destacan los palacetes que encontramos a lo largo de la calle Maria-Theresien Strasse, todos ellos con un estilo barroco cargado. En dicha calle os recomendamos pararos en alguna de todas sus pastelerías, para probar alguno de sus dulces. Nosotros os recomendamos el Café Im Hof, donde no puedes salir sin probar el tradicional Strudel de manzana o su archiconocida tarta Sacher.Innsbruck, no sólo se embelleció en la época de los Habsburgos, porque en el siglo XX continuó creciendo. Es verdad que los edificios que más llaman la atención son de esa época, pero Innsbruck es una ciudad que ha sabido implementar en su estética clásica lineas futuristas y modernas. Destaca el famoso trampolín en el monte Bergisel. Desde él podemos contemplar una vista maravillosa de la ciudad.
No se puede pedir nada más, en una misma ciudad encontramos la belleza de dichos edificios, con pistas de esquí y complejos alpinos donde disfrutar de la naturaleza.