por Rafael Barrasa 10/10/2015
Tras una casi inexistente planificación, sólo teniendo clara la idea de desconectar y estar por la sierra, dirigimos nuestros pasos hacia la Sierra Norte Sevilla. Allí instalamos la tienda en la zona de acampada del camping Batán de las Monjas, a pocos kilómetros de San Nicolás del Puerto. Este establecimiento, junto a la rivera del Huéznar, cuenta con una zona de acampada libre, sin delimitar en parcelas, varios bungalows perfectamente equipados con cocina y baño, un restaurante donde disfrutar de su exquisita cocina (si se desea cenar hay que avisarlo antes de las 14:00, aunque siempre se puede hablar para un desavío) con una amplia terraza e interior acogedor y tienda para pequeñas compras, recuerdos y productos de la zona.
Al estar junto al río, no es necesario desplazarse mucho para disfrutar de sus frescas aguas y es una delicia dormir oyendo el discurrir de las mismas. Un dato importante para el ritmo actual de vida que requiere batería y conexión a la corriente eléctrica para cargarlas: en la zona de acampada sólo se puede enchufar en los servicios o en el restaurante; cosa que unido a la escasa cobertura, e s ideal para evadirte por completo del día a día, del estrés y la rutina diaria.
A escasos 50 metros de la entrada del camping, se encuentra la vía verde que conecta desde la estación de Cazalla-Constantina hasta el Cerro del Hierro. Esta vía, que discurre por el antiguo trazado ferroviario, tiene una longitud total de 18.7 kilómetros y es de asfalto, lo que la hace ideal para el senderismo y la práctica del ciclismo y existen varias áreas recreativas y de picnic en su recorrido. Ofrece vistas maravillosas y nos permitió disfrutar, sin necesidad de mover el vehículo de:
- Las cascadas del Huéznar: un monumento natural en el que se intercalan varios saltos de agua, con el último junto a un restaurante donde disfrutar de una buena comida o, siguiendo el camino, descansar y reponer fuerzas en el área recreativa El Martinete. Son un espectáculo que no pude obviarse y que se disfrutan muchísimo, a pesar de estar prohibido el baño. En la riqueza de sus aguas nos encontramos una maravillosa diversidad de flora y fauna acuática, que difícilmente se puede ver en aguas contaminadas.
- San Nicolás del Puerto: en esta localidad, a parte de su belleza y la amabilidad de su gente, se encuentra el nacimiento del río Huéznar cuyo área está acondicionada para el paseo y el descanso y es un punto que todo viajero debería visitar. Así mismo, en la época estival, en el pueblo se crea una piscina fluvial a los pies del puente, más que refrescante tras una caminata, pero hay que tener cuidado, puede ser muy resbaladiza.
- Casas de los peones camineros y mineros: antiguas edificaciones que salpican la vía donde los trabajadores del ferrocarril, centrales energéticas y mineros habitaban.
- Paisajes de sierra y dehesa: observándose la vegetación típica, donde destacan las encinas y el monte bajo, así como sus habitantes: múltiples paseriformes, diferentes especies de rapaces, jabalís, ciervos, pequeños roedores, zorros, cabras, cerdos ibéricos y ganado vacuno.
- Cerro del Hierro: paisaje kásrtico y enclave minero que nos retrotrae a otras épocas y decorados de mega-producciones de cine. Varias rutas circulares lo recorren, camino que es difícil perder, si no nos salimos de las lindes de los caminos. Si el camino se hace a pie, lleva todo el día, no es pesado, aunque si largo; en nuestro caso, con diversas paradas y desvíos, la ida y la vuelta a la ducha y al querido saco de dormir supuso una distancia final de algo más de 41 kilómetros andando. Además de diferentes especies de reptiles y rapaces, aves insectívoras y mamíferos silvestres, en el Cerro anidan dos especies de singular belleza e importancia ecológica como son el águila imperial y la cigüeña negra.
Además, desde nuestro tranquilo alojamiento, es fácil recorrer unos kilómetros en coche y disfrutar de la vida, costumbres, paisajes, arquitectura y monumentos de las poblaciones cercanas como Alanís de la Sierra (no os podéis perder su castillo), Cazalla de la Sierra y Constantina.
Aunque es una visita que en época estival es ideal, por las temperaturas y las aguas del río (además las fiestas locales se celebran en verano, incluido el festival medieval de Alanís), sigue siendo una maravilla en la época otoñal, con vistas maravillosas junto al calor de un fuego en invierno y un deleite a la vista con la explosión de vida primaveral.
El parque natural de la Sierra Norte es para todos los públicos, gracias a la variedad de formas de disfrutarlo, bien en escapadas de domingo para disfrutar de los merenderos con la familia o en estancias más prolongadas o en un ámbito más profesional, para cualquier amante de la ornitología o zoólogo y botánico, disfrutando de aves, especies animales autóctonas o de la flora. Por poner un ejemplo, tras las primeras lluvias de septiembre, hay que dejarse llevar y disfrutar de los sonidos de la berrea.