Revista Opinión

Un paso histórico

Publicado el 28 noviembre 2010 por Javiermadrazo

Por fin, la izquierda abertzale ha hecho público, sin ambigüedades,  su rechazo al uso de la violencia. Sin duda alguna, se trata de una buena noticia para Euskadi, que merece ser valorada y reconocida como un gran paso adelante en el camino hacia la paz, la normalización y la convivencia entre sensibilidades e ideologías diferentes. Hace menos de un año quienes ahora consideran insuficiente este movimiento de la izquierda abertzale, ponían como condición para su participación en la vida pública la renuncia a la violencia. Sin embargo, alguien deberá explicar el porqué de este cambio, cuando se cumple esta premisa elevan el listón de sus exigencias y lo que valía hace doce meses en este momento se queda corto.  Es obvio que hay intereses partidistas  en excluir a la opción independentista de las urnas y para ello se endurece la ley, demostrando, una vez más, que la democracia es sólo una palabra vacía de contenido, con la que PSOE y PP juegan a su libre albedrío, decidiendo en cada ocasión aquello que más les conviene. Flaco favor hacen al estado de derecho quienes actúan movidos por cálculos electorales, en lugar de hacerlo por la consecución de la paz, desde la apuesta inequívoca por el diálogo democrático.

El PSOE está en sus horas más bajas, pero ha logrado llevar a su terreno a dos aliados claves, con los que juega con un baraja marcada. El PNV le ha garantizado su apoyo presupuestario y con él le ha brindado la estabilidad necesaria para pactar con el Partido Popular el endurecimiento de la ley electoral, así como  la baza que Zapatero necesitaba para negociar con la patronal y las grandes empresas el desmantelamiento del estado del bienestar y el sometimiento a los dicatados del Fondo Monetario Internacional.  Es decir, gracias al acuerdo alcanzado con el PNV, un Gobierno socialmente desacréditado tiene fuerza  para vetar la presencia de la izquierda abertzale en los comicios municipales y forales de 2011, y agasajar a las grandes empresas del país, a las que recibe y atiende, a diferencia de las centrales sindicales, que se saben organizaciones non gratas en La Moncloa.

Pués bien, más allá de la decisión final de ETA y/o las divisiones que puedan surgir en su seno,  como ciudadano vasco me siento reconfortado  ante el anuncio de la izquierda abertzale, que reconoce, aunque sea tarde,  que “no hay cabida para para formas de coacción violenta en la estrategia independentista“. He esperado tantos años para poder escuchar una afirmación tan rotunda como ésta, que nada ni nadie logrará enfriar mi esperanza en una Euskadi en paz.  Es posible que la ilusión haga de mi un iluso, pero tengo fe en la sinceridad de la izquierda abertzale cuando asegura, en alusión directa a ETA,  que su nuevo proyecto político tendrá “unos órganos internos” que funcionarán “libres de interferencias, subordinación o condicionamiento alguno y con plena autonomía“. 

Ahora le toca hablar tan claro y tan fuerte a ETA y, más allá de cual sea su respuesta, la izquierda abertzale tendrá que seguir su propio camino, sin más tutelaje que el respaldo social que la ciudadanía decida darle.  Confío en que la organización armada sepa escuchar y tomar en consideración la voz mayoritaria de quienes han sido hasta ahora su referente polìtico y el diálogo se imponga como la única vía válida para la resolución de los problemas de conviviencia que hoy todavía tenemos. ETA debe tener altura de miras, visión de futuro y  asumir que su tiempo se ha agotado. El PSOE, por su parte, no puede cerrar los ojos ante la realidad, negar la mayor y persistir en el error de impedir a una parte de la ciudadanía vasca que ejerza en libertad su derecho al voto.  Si en 2005 el Partido Comunista de las Tierras Vascas pudo estar en las elecciones y en 2007 Acción Nacionalista Vasca también, según el municipio y la circunscripción, con más motivo deberá estar presente en las instituciones la izquierda abertzale en 2011.  


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