Revista Opinión

Un pastor colombiano quedó varado en Neuquén

Publicado el 17 mayo 2020 por Piedraonline

Vino a principios de febrero a dar charlas en varios lugares de la provincia y no pudo volver por la cuarentena. Igual sigue trabajando.


Un pastor colombiano quedó varado en Neuquén

Wilson Vásquez nunca se imaginó que quedaría varado en la Patagonia argentina, a unos 8500 de su Barranquilla natal, la ciudad donde nació y vive con su esposa, hijos y nietos. Ni siquiera se le cruzó por la cabeza esa posibilidad cuando decidió visitar Neuquén a principios de febrero para dar una serie de charlas con pastores de iglesias evangélicas de la región.

Una gran amistad con Gustavo Baeza, un neuquino que conoció en Colombia hace años, le permitió establecer un vínculo muy fuerte con este rincón de la Argentina, al que ya había visitado una vez. En esa última gira tenía previsto comenzar sus conferencias en el Espacio Duam el 8 de febrero. Luego seguiría viaje a otras ciudades del interior de la provincia durante un espacio aproximado de 45 días.

Cuando se declaró la pandemia mundial, ya era tarde para el regreso. Y, así, tuvo que resignarse a este distanciamiento prolongado con sus seres queridos, aunque asegura que en Neuquén lo tratan como si fuera un hermano. En realidad, tuvo la posibilidad de irse unos días antes, pero debía abandonar una serie de compromisos que ya había asumido.

"La estoy pasando bien porque la misma gente de aquí está haciendo todo para que la pase bien", reconoce a través de una charla telefónica desde una casa que le prestaron para que viva hasta que pase la pandemia.

Reconoce que el aislamiento obligatorio lo privó de conocer a la última de sus cuatro nietas, una beba que nació hace una semana y que no puede ver más que a través de la pantalla de un celular con el que se comunica con su esposa, sus cinco hijos y el resto de la familia.

Barranquilla es una ciudad importante de Colombia donde habitan casi un millón y medio de personas. Se trata de uno de los grandes atractivos turísticos que tiene ese país, ubicado en la zona norte, casi donde termina América del Sur. Está muy cerca de otros centros muy poblados como Cartagena y Medellín y de vecinas ciudades venezolanas como Maracaibo y Caracas, compartiendo la belleza del mar del Caribe.

Wilson está acostumbrado al trabajo social y solidario que realiza cotidianamente en la Iglesia Grande de las Estrellas, un templo evangélico que reúne a unas 200 familias de Barranquilla. Se trata de una comunidad integrada mayoritariamente por gente humilde, con muchas necesidades y todo tipo de problemas sociales.

"Tenemos desde indigentes hasta locos, drogadictos y gente que alguna vez tuvo problemas con el orden social del país, como ex paramilitares o guerrilleros. A toda esa gente uno la reivindica con la sociedad a través del trabajo que hacemos todos los días", explica el pastor.

La cuarentena obligatoria ahora lo encuentra en Neuquén, aislado de su entorno, pero con las mismas ganas de trabajar, asegura. A sus fieles colombianos les sigue mandando sus prédicas a través de Facebook, mientras que en tierras patagónicas organiza trabajos solidarios con otros pastores y dirigentes sociales para colaborar con los más afectados por la pandemia.

Junto con su amigo Gustavo y otro grupo importante de neuquinos, ya organizaron una colecta de alimentos para más de 300 familias. También está en marcha otra campaña para reunir ropa de abrigo antes de que lleguen los fríos más intensos del otoño y del invierno.

"Estamos visitando a gente que no la está pasando bien, pero guardando el protocolo porque estamos en plena cuarentena", asegura.

Cuándo cree que puede llegar a emprender el regreso a su tierra es una pregunta que se hace por estos días pero que todavía no tiene respuestas. "El problema es que en mi país las cosas no son fáciles. Una de las cosas que me ha enamorado de Argentina es que acá son muy humanos. Aquí se pelea por la gente y por eso veo que están repatriando a muchos ciudadanos que quedaron varados en el mundo. En mi país es un poco más difícil", reconoce.

Dice que ya envió 20 escritos a la cancillería colombiana y que apenas le contestaron uno sin mayores precisiones. "Igual no me desespero; sigo aquí trabajando para ver en qué puedo ayudar", sostiene.

En la casa que le prestaron para pasar la cuarentena, Wilson aprovechó para dedicarse a la lectura e interiorizarse sobre la historia neuquina, en especial sobre la vida de Eduardo Talero, un compatriota suyo que dejó una impronta imborrable en los primeros años de vida que tuvo la ciudad capital luego del traslado desde Chos Malal.

"Para mí fue una sorpresa cuando me enteré sobre la vida de Talero. Indudablemente, el nexo de amistad y hermandad que yo tengo existió en aquellas épocas con este hombre", indica.

Dice que se emocionó cuando visitó la famosa torre donde vivió el poeta, cerca del río Limay. "Talero encontró allí su refugio como yo encontré el mío ahora; indudablemente Neuquén fue y es un refugio para los colombianos", sostiene.


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