Revista Espiritualidad

Un patio de vecinos

Por Ipiera68 @Iciar_Piera

Cuando me asomo a mi interior, pocas veces está tranquilo. La mayoría se asemeja a un patio de vecinos ruidoso y agitado.

En ese patio de vecinos en ocasiones hay baile y música y se respira un ambiente agradable, como de fiesta, que yo experimento como alegría. Otras veces sin embargo todos parecen estar enfadados y lo que percibo es agitación. Siempre hay movimiento.

Durante mucho tiempo desee que ese vecindario se vaciase, que cada visitante se fuese para su casa y yo poder de esta manera descansar un poco. Lo que buscaba era que ese espacio estuviese des-habitado, o que todos los inquilinos se dedicasen a la meditación o al zen. ;)

A eso ahora se que se le llama de una forma: control. Y también se que nunca me encuentro bien cuando intento controlar lo que está pasando. NUNCA. Lo que no quiere decir que de vez en cuando no lo intente, ;) pero he aprendido a valorar mi paz por encima de cualquier cosa y a elegirla en cualquier circunstancia.

Mi patio de vecinos está vivo. Hay vida en él: agitación, risas, llanto, paz por momentos y lucha y conflicto en otros. Miles de colores que conforman un arco iris que sería quizás muy soso si sólo tuviese un único color.

Cuando me asomo, el escenario es siempre cambiante. Hay vecinos que reconozco al instante, otros parece que se han ido y otros se han mudado recientemente a él.

He luchado tanto contra este vecindario donde me ha tocado vivir que casi me agoté. Me encerré en mi casa sin apenas asomarme al patio por miedo a lo que me encontraría.

Había mucho miedo. Miedo a ver, a sentir, a experimentar la vida en sus múltiples formas y colores.

He aprendido a no tener miedo de mirar en mi interior. A observar ese escenario cambiante y a reconocer la vida en él. A habitar ese espacio que he llegado a detestar y a aprender a amarlo.

Sigo aprendiendo.


Volver a la Portada de Logo Paperblog