Estos días se celebran en Pamplona sus famosas fiestas, los Sanfermines por lo que no se me ocurren mejores fechas para hablaros de la bonita Iglesia de San Fermín de los Navarros que se puede ver en el Paseo de Eduardo Dato. Un lugar en el que la comunidad navarra de Madrid cada 6 de julio celebra un chupinazo alternativo, para quitarse la morriña de lo que se está viviendo a 400 kilómetros.
Por si a estas alturas alguno todavía no lo sabe os recuerdo que yo nací en Pamplona así que entre mi ciudad natal y Madrid tengo el corazón dividido. Creo que son dos ciudades totalmente complementarias. Lo que una me da, lo otra me la quita, y viceversa. Ahora que ya os he aclarado un poco mi origen os podéis imaginar la sorpresa e ilusión que supuso para mí descubrir la existencia del siguiente secreto, la Iglesia de San Fermín de los Navarros.
Sin una ostentosa fachada ni una gran señalización que delaten su presencia, esta iglesia nos aguarda en el Paseo de Eduardo Dato, en el castizo barrio de Chamberí. Quizás no sea la más espectacular ni cuente con el mejor altar pero tiene un algo indescriptible que la hacen única. Al menos, a mí, me permitía sentir un poco más cerca mi tierra.
Lo primero que hay que decir es que ésta iglesia no es la original. La primitiva Iglesia de San Fermín de los Navarros estaba en el solar donde actualmente se erige el Banco de España. Por la construcción del banco hubo que buscar un nuevo emplazamiento y la congregación decidió trasladar el tempo religioso a unos terrenos que pertenecían, nada más y nada menos, que a la Infanta Isabel de Borbón, hija de Isabel II, en lo que se llamaba el Paseo del Cisne (actual denominación del Paseo de Eduardo Dato).
Para la realización del nuevo proyecto se aprobó un edificio de aspecto neomudéjar en el exterior y neogótico en el interior donde destaca su pronunciada torre y la fachada de ladrillo. Sus obras duraron apenas cuatro años, desde 1886 hasta 1890 siendo inaugurada, como no podía ser de otra forma, en el mes de julio. Por el motivo que sea se trata de una de las iglesias de Madrid más solicitadas por las parejas para el día de su boda, siendo especialmente elegida por gentes de familias ‘bien’ para contraer su enlace.
Hasta esta iglesia, que aparece en la novela Tristana de Benito Pérez Galdós, se acercan muchos residentes navarros en Madrid cada 6 de julio con sus pañuelos rojos para sentir de una forma un poco más próxima estas universales fiestas que tan difíciles son de llevar en la distancia y allí celebran su particular chupinazo. Por cierto, que el ‘pañuelico’ rojo de San Fermín que se viste durante las fiestas simboliza la sangre del Santo y recuerda el martirio de éste ya que fue decapitado.