Autor: Rafael Barrasa, colaborador de Los Viajes de MiLu
Ronda, espectacular localidad malagueña con un casco antiguo lleno de sabor y embrujo. Situada en la comarca de la Serranía de Ronda, lindando con la Sierra de las Nieves, a algo menos de dos horas de Sevilla, a poco más de hora y media de Málaga y de Jerez de la Frontera (Cádiz). Está bien comunicada, a pesar de llegar mediante carretera nacional, pero el paisaje bien merece la pena pasando (según el sentido) por campos de cultivo, bosques bajos y bosques de montaña.
Una vez en la localidad hay múltiples lugares que se deben visitar de forma casi obligatoria. Yo os contaré mi recorrido.
Comenzando por el Tajo y el Puente Nuevo, con un mirador privilegiado junto al Convento de Santo Domingo (Palacio de Congresos), que suele albergar diversas exposiciones. Una vez cruzado el puente, se encuentra el Parador Nacional y no deben obviarse las vistas desde su terraza, es de entrada libre. Continuando por este camino, se llega junto a la Real Maestranza de Caballería de Ronda (la más antigua de España), se puede visitar y, aunque no disponga de visita guiada, por 1´5 € más se puede disponer de una audioguía en diferentes idiomas. Es de acceso libre a todos los rincones de la plaza: ruedo, gradas, callejón, chiqueros y corrales, el exterior de la capilla y, desde luego, las diferentes salas del museo taurino con: imágenes, diagramas, recuerdos y objetos históricos, un maravilloso guadarnés y una sala de armas históricas de los siglos XIV, XV, XVI y XVII.
Una vez fuera, volví a cruzar el Puente Nuevo, subiendo por la calle Armiñan, dónde a pocos metros, se encuentra el Museo Lara, entidad privada con un precioso patio central y una colección rica y variopinta: de abanicos y guitarras antiguas bellamente decoradas, a microscopios y estereomicroscopios espectaculares, objetos marítimos, cámaras fotográficas y cinematográficas, una colección de armas blancas y de fuego históricas, carruajes y elementos costumbristas. En la planta del sótano se encuentra montada una magnífica taberna costumbrista, con elementos de casino y sillas de montar (entre otros), acceso a una pequeña sala con restos fósiles y arqueológicos y un más que interesante museo de la inquisición y brujería, repleta de superstición, artes oscuras y máquinas y artilugios con los que los inquisidores podían obtener confesiones más o menos reales (de verdad, muy recomendable). Sólo un inconveniente, las limitaciones propias de la arquitectura de las casas señoriales de varios siglos de antigüedad para las personas de movilidad reducida, algo que ocurre en todos los demás museos de este recorrido.
Continuando por la misma acera, se encuentra el Museo de la Caza, en el que se encuentra una amplia colección de piezas de taxidermia de finales del XIX y del XX, recogiendo ejemplares de todo el mundo. Impresionan algunas piezas por la belleza del animal (como el caso de leones, machos cabríos, venados y aves), otras al ver el tamaño del animal (alces, oso, buey almizclero...), por la postura natural que han adoptado (liebres, zorros o jabalís por ejemplo) o por su rareza (al menos por estas tierras), como ocurre con los animales más exóticos de África y Asia. Por poner una pega, además de la anteriormente expuesta, se echa en falta la presencia de carteles aclaratorios para la correcta identificación de todas las especies.
Sin abandonar la calle, ni la acera, se encuentra el Museo del Bandolero, figura emblemática del costumbrismo español y de estas sierras. En él se recogen múltiples piezas literarias, tanto recortes de prensa, panfletos de plumas reconocidas y de autoría popular, como objetos de la vida cotidiana de la época, ropas, una colección de navajas y armas de fuego, un pequeño recopilatorio de la presencia del bandolero en cine y televisión, diagramas, biografías de personajes notorios y un pequeño homenaje al álter ego del bandolero: la Guardia Civil. También dispone de una magnífica zona comercial de recuerdos. La única pega es la ya mencionada.
El precio de las entradas en todos estos museos se encuentra entre los 2 y 3´5 € por persona. Caso especial es la Maestranza cuyo precio está sobre los 8´5 € por persona (audioguía incluida).
Con esto se cubre toda una mañana de visitas y continuando por la misma calle hasta bajar a la muralla y las puertas de Carlos V y de Almocábar, se encuentra un local excelente para comer, su nombre: "De Locos Tapas", local regentado por un bilbaíno que fusiona la cocina tradicional del norte y distintos sabores con el formato tapa. Apenas cuenta con 5 mesas (una en la planta inferior y cuatro en la superior), es un lugar tranquilo y agradable, donde, más allá de la buena carta, hay que dejarse llevar por las recomendaciones de los empleados. El trato es exquisito, acorde con la comida, un personal atento y buenos precios con tapas que no superan los 5 €. A modo de guía, nuestro menú consistió en: changurro, ensalada de atún, panceta (riquísima), pulpo, mejillones con vinagreta de coco y crema tostada de mango para terminar. No disponen de cafetera, cosa que solventaran con la próxima obra, como comentó el dueño mientras nos obsequiaba, para probar, con trufa con sal de naranja. Por cierto, en el caso de llegar y de que estuviese todo lleno, no hay problema por dejar el número de teléfono y pedir que os llamen cuando haya una mesa disponible, un detalle que me encantó.
En función de lo cansado que se esté, hay que recordar de Ronda está en la sierra, lo cual implica cuestas, puede uno retirarse a descansar o continuar su visita por la ciudad. De optar por lo segundo, quedan museos como el del Vino o Joaquín Peinado y lugares maravillosos como en puente viejo, la puerta de Felipe V, la fuente de los ocho caños, la iglesia de Nuestro Padre Jesús entre otras, sin olvidarse de disfrutar de bares, cafeterías y restaurantes.
Para el reposo, en mi caso es de lo que se trataba ese fin de semana, disfruté de la comodidad de la vivienda rural Zahra, de las viviendas turísticas los Arrayanes en la plaza de la Oscuridad. Casas acogedoras, completamente equipadas. Son tres casas contiguas que pueden comunicarse de forma interna por los amplios y acogedores patios. Poseen todas las comodidades y una decoración muy acorde. Tienen tarifas especiales para estancias largas, se encuentran a pocos metros de la fuente de ocho caños y la plaza es tranquila, aunque no hay que asustarse si se ven sombras en las ventanas del salón por la mañana o tarde, son los gatos de la plaza tomando el sol o por ruidos del patio (nada molestos), son las palomas vecinas. Sólo dos apuntes negativos, la acomodación a personas con movilidad recudida y la imposibilidad de aparcar en la misma plaza, salvo milagro. En este punto, el del aparcamiento, a unos 70 metros, se encuentra un centro cívico con un pequeño recinto donde poder dejar el coche. Por lo demás, un lugar muy recomendable y acogedor, ideal para cargar pilas. Además, para la época de más calor, cuenta con una piscina pública a pocos minutos y de duchas en el patio, para refrescarte y seguir en las tumbonas o con la barbacoa.
No puedo dejar de recomendar esta localidad malagueña y para los más amantes de la naturaleza recordar que Antequera está muy cerca con el Torcal, que hay múltiples rutas por la sierra en diversos medios (coche, andando, bicicleta, a caballo...) y para los aficionados a la fotografía, qué decir, es ideal. Ronda es una ciudad para pasear que se deja descubrir con rincones preciosos. Espero que la disfrutéis.