Un paso. Un simple y pequeño paso le bastaba para tomar la decisión más importante de su vida. La misma distancia que le separaba de ella, aquel día, cuando le comunicó el final de su relación. En un momento el presente, se volvió historia.
Allí se encontraba, a un pequeño paso. Él, bloqueado por un simple paso. Su respiración se entrecortaba. Consciente de ello, trataba de inspirar llenando la totalidad de sus pulmones con el aire contaminado que reinaba en el lugar. Sabía que cada bocanada podía ser el impulso final que le llevara a dar ese pequeño paso.
Bajó la cabeza y comprobó que sus pies estaban calzados correctamente y listos para dar ese pequeño paso que le permitiera borrar el pasado y entrar en un futuro convertido en presente. ¿Y si aún dando el paso, el pasado no se borraba? Pensar en ello, provocó que todo su cuerpo se tambaleara ligeramente. Eso casi le llevó a dar el paso sin querer. Así no, él quería darlo con total voluntad, no por una flojera de piernas. No es lo que había previsto en las últimas semanas.
Volvió a pensar si dando el paso, zanjaría la historia vivida con ella ¿De qué le serviría darlo si todo iba a seguir igual? Claro que solamente podría saberlo, si daba ese pequeño paso. Por su cabeza pasaron posibles personas que pudieran disolverle la duda, pocos le venían a la mente y los que le venían, lamentablemente ya estaban muertos.
La decisión era suya. O se arriesgaba y daba el pequeño paso, o viviría colgado de un pasado. ¿Qué vida es esa, en la que el dueño de tus días es una persona que se llevó un corazón entregado y dejó un cuerpo vacío? Esa pregunta le llevó a levantar el pié derecho del suelo y estar casi convencido de iniciar una nueva fase de su vida. Sin embargo, estaba el “casi”. Pensar en él, le llevó a esbozar una sonrisa de lástima. Toda su vida iba precedida de un “casi”. Casi fue abogado. Casi se casó con la mujer que amaba. Casi fue deportista de élite. Casi montó su propia empresa. El murmullo lejano de la gente, le sacó de una posible interminable lista de “casis”.
El “casi”, le llevó a plantar de nuevo el pie derecho en el suelo. Si daba el pequeño paso sería sin dudas y sin “casis”. Esta vez quería hacerlo de la manera correcta. Aunque cuando lo pensó bien, no sabía claramente cuál era la manera correcta. Así que decidió hacerlo a su manera. Por primera vez, haría algo siguiendo sus propias normas. Un pequeño paso sería el inicio de su decisión por ser protagonista de su vida.
En pocos minutos, sintió que el tiempo que estaba tomando para reflexionar, le estaba llevando a elevar su autoestima. De hecho, la respiración había conseguido calmarla y hasta el aire lo sentía limpio y fresco; la incertidumbre era residual y los “casi” se habían convertido en seguridad. Las sirenas de unos vehículos le impedían concentrarse plenamente en dar ese pequeño paso. Quería darlo sintiendo cada movimiento de los músculos del pie. Ya tenía claro que sería el pie derecho el encargado de darlo. El vaivén previó le ayudó a tomar esa decisión.
Notó como la parte derecha de su cadera iniciaba un levantamiento de la pierna y como lentamente su rodilla flexionaba, llevando a la planta del pie derecho a separarse del suelo nuevamente. La diferencia, es que ahora él había decidido hacerlo y avanzar. La cadera inició el movimiento de descender el pié, buscando de nuevo el suelo. Avanzó unos 20 centímetros hacia delante. La misma distancia que usó ella para decirle que todo había acabado. La misma distancia que permitió al bombero agarrarle justo cuando iba a dar un pequeño paso, al vacío.
Un “casi” más para la lista.
¿Cuántos “casis” tienes tú?