Esta gente es tan asquerosamente rastrera que ahora viene, llega y dice el ínclito Martínez Pujalte, MP, que dónde coño ha metido Bárcenas su puñetero dinero, que lo diga ya de una jodida vez.
Él no lo ha dicho así exactamente sino que yo lo estoy traduciendo.
El Martínez Pujalte, MP, éste es economista. Yo, también. Todos somos economistas porque todos nos preocupamos mucho del dinero, tanto que algunos sólo viven para eso, tales: el propio Martinez Pujalte y el propio Bárcenas.
El PP no es otra cosa que una máquina de afanar dinero, como tan bien dijo un día el jodido Forges, que todos estaremos de acuerdo en que es un genio, un genio del mal para los que son del PP, un genio genial y bueno para los que sólo somos personas normales, o sea, decentes.
El caso es que a Martínez Pujalte le sucede lo que a todo el mundo, coño, un tipo como él no puede ser una excepción ni siquiera esa puñetera que confirma la regla, de modo que el tío, usurero como del PP, anda muy jodido no por la gigantesca estafa sociopolítica que Luis el cabrón, como dicen ellos mismos, los suyos, que le llamaban, sino por donde coño han ido a parar su dinero, joder, que el dinero no era, no es del jodido Bárcenas sino de todos ellos, coño, los del PP, porque el PP era y es la empresa, coño, la jodida empresa de todos ellos y de pronto, se enteran todos, leche, de que Luis el cabrón, se ha ido de naja con todo lo suyo, y de eso, nada, chavales, ellos, los del PP, están siempre dispuestos a lo que sea, menos a que uno de ello, de la misma partida se alce él solito con todo el botín, porque ellos, los del PP sí que saben echar las cuentas no son como todos nosotros, los demás, carne del timo y de la estafa, que sólo hemos nacido para esto, para que cuatro ladrones sinvergüenzas salgan de naja con todo lo nuestro, con todo lo de los españoles, porque esta gente no se lleva sólo lo del jodido Camp, en Valencia, ni lo del no menos jodido Jaume Matas,en Mallorca, ni lo del Cotino, ese, que ha llenado toda España de residencias de ancianos para que, al final, todos vayamos a morir allí, a sus canallescas manos, no, no,ni mucho menos, se tienen que llevar, se deben de llevar, según ellos mismos, todo, y cuando escribo todo, escribo todo, coño, que parece que ni siquiera sabemos los demás leer.
No hay, no debe de haber nada, en toda la jodida España, que no sea suyo, que no les pertenezca por ley, que para eso la hacen ellos mismos, vease, si no, lo que viene haciendo desde hace tanto tiempo el jodido Rajoy con toda esa legislación sobre los registros de la propiedad, que no es ni más ni menos que su próximo destino ya que a esta vaca a él ya no lo queda nada por ordeñar,entonces ¿de qué coño nos quejamos nosotros, los robados, los hijos de Eva, si hemos venido al mundo sólo para eso, para que nos roben, por eso se enfada tanto el jodido M. Pujalte, cuando comprueba que el cachondo de Bárcenas descubrió que si su destino, como el de todos los del PP, era el de robar, había que hacerlo a gran escala, siguiendo la teoría aritmética del gran Cantinflas en aquella maravillosa película, cuyo nombre, que más quisiera, no recuerdo, cuando se pone a hacer cuentas y dije el tío con toda la gracia del mundo: “de diez me llevo una, pero como se va a notar, me llevo las diez”.
Esta es no la aritmética de Bárcenas, ni tampoco la de Rajoy, sino la de todos esos tipos del PP que, como M. Pujalte ahora, vienen, llegan y preguntan, como aquel del dicho, “y de lo mío, qué?, porque “lo suyo”, lo de todos ellos, los del PP, es precisamente todo lo nuestro, que es suyo con toda la legitimidad del mundo que para eso inventaron ellos, y hacen, todas las jodidas leyes, por eso han luchado todos ellos, como un solo hombre, lo que se llama solidariamente, fueran de la jodida procedencia que fueran, con un par de cojones, no sólo para imponer la irresistible fuerza de su poder económico y militar, sino para consagrar como un paradigma irrebatible, la más canallesca de todas las ideas, ideologías: la panglossiana de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, y de que no hay otra manera de hacerlo que establecer dos clases sociales inatacables y para siempre, la de los empresarios y la de los trabajadores, la de los capitalistas y los proletarios, la de los dominantes y la de los dominados, la de los dueños de todo y la de los esclavos para siempre, porque, como dice el ínclito Rajoy, la igualdad no existe siquiera ni en la más elemental naturaleza y es la propia desigualdad, unida al mérito, lo único que justifica, lo único que puede justificar la propiedad exclusiva de lo que inicialmente quizá pudiera considerarse de todos, pero que, hoy, después de años, de siglos, de propiedad exclusiva y exclusivista, no sólo es el statu quo social sino la implantación de la mera justicia pues no se puede tratar de forma igual a los que son esencialmente desiguales, pues eso sería entronizar lo que Rajoy llamaba envidia igualitaria.