Revista Educación
Hay muchos estudiantes a los que les falla el método, la forma de enfrentarse a la materia ante la falta total de organización y previsión. Lo primero que uno ha de hacer para preparar con éxito una asignatura es recopilar la información base en torno a la cual estructurará sus decisiones, tiempo y técnicas de estudio. Y ello incluye la guía de la asignatura, los temas y epígrafes, la bibliografía recomendada, la combinación con trabajos o supuestos prácticos, el tipo de examen, el tiempo del que dispongo para estudiar… La planificación del estudio diario permite economizar nuestras posibilidades y nuestro tiempo e instaura un hábito de dedicación intelectual que nos ahorra el sobreesfuerzo mental en épocas de exámenes. Se trata de una programación personal y realista de nuestras propias metas porque nadie mejor que nosotros conoce nuestras necesidades y posibilidades. No se trata de atarse ni de cuadricularse en torno a un horario fijo inamovible sino anticiparse y tomar conciencia de un tiempo que transcurre y que se puede convertir en el peor enemigo de los estudiantes. Soy partidaria de estudiar todos los días a la misma hora e introducir descansos cada hora de 5 a 10 minutos (nunca más porque se pierde la concentración y las ganas de seguir). Cada estudiante tiene la experiencia de su propia preparación. Si alguna vez hemos fracasado o no nos hemos atrevido a presentarnos a un examen por considerar no estar lo suficientemente preparados y no dominar el temario, somos conscientes de que habría que haber incluido más horas, de que no disponíamos del tiempo adecuado, de que no hemos comprendido la esencia de la asignatura… Sin estudio ordenado, metódico y organizado no hay nada. No se recogen frutos porque ni siquiera se han plantado las semillas. Y entonces parece una misión imposible, un camino de incertidumbres que no conduce a ningún lugar. Pero de los fracasos aprendemos. Un error implica una alternativa de estudio, otra oportunidad para aprender. Con una visión realista de nuestras posibilidades y sin despreciar los puntos débiles que nos hacen vulnerables. Jamás justificaré ni uno sólo de mis fracasos en factores externos porque considero que es echar balones fuera. Me exigiré como mínimo el mismo nivel de mi nota más alta y valoraré como ingrediente esencial del triunfo académico la perseverancia y la motivación. Mucho más que la inteligencia y la memoria. La fuerza de voluntad impregnando cada línea concienciada de estudio y dedicación. Muchas personas se embarcan en la aventura de unos estudios serios y acaban sucumbiendo ante los temarios y la falta de organización. Imposible, creen. Falla la estrategia, no el ser humano. El estudio es una actividad compleja y si no se ha desarrollado la técnica de estudio propicia, ni se sabe estudiar ni se consigue aprobar. Dicen que la mejor vida es la del estudiante pero no hay mayor desgaste que el mental y psicológico que implica la memorización y puesta en práctica de unos conocimientos que debes ser capaz de reflejar en un examen. Del trabajo desconectas, de los libros… nunca. Estudiar implica otra forma de trabajar, el rendimiento es intelectual. Por ello y para evitar los quebraderos de cabeza, un plan de estudios. Porque la planificación implica autonomía y el logro de los objetivos fijados a largo plazo.